XXVII:La vieja historia y la nueva

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Era cosa de algunos días, de los malos. Cuando sus ojos se abrían para comenzar nuevamente, sentía tanto dolor, tanta desolación que le era imposible no presionar su rostro contra la almohada y abandonarse a sí mismo entre lágrimas ácidas y tibias mientras gritaba hasta que sus cuerdas vocales quedaban resentidas.

Se repetía a si mismo que debía hacerlo, por Noah y Isaac, por sus pacientes. Que debía seguir respirando, aún cuando ya no tenía un motivo para hacerlo.

Y lo estaba haciendo, con toda su fuerza de voluntad lo hacía.

Con los sobrantes de su corazón marchito y seco, lo hacía.

Stiles no podía hablar de Derek sin quebrarse, no podía poner en palabras los secretos que convirtieron su amor en una eterna epifanía. Porque nadie lo entendería, porque a nadie le dolería. Porque nadie era merecedor de saber la manera en que se amaron.

~Cuando te toco, Corderito coqueto... Es como, no lo sé. Es como poder respirar nuevamente después de haberme ahogado bajo el agua~

Se levantó de la cama y fue directamente al baño, ese día finalmente iría en busca de la verdad.

Después de semanas de búsqueda, Isaac había logrado dar con el paradero de Peter, o
quizás Peter había dejado que dieran con él. No estaba completamente seguro de cuál era el caso.

Bajo la lluvia artificial lavó su cabello y restregó su cuerpo con una barra de jabón.

~Déjame lavar tu cabello, puto derrochador... Que me cuesta dos cojones conseguir una botella de shampoo~

Sonrió, presionando sus dedos en su cuero cabelludo.

Ya se había acostumbrado a ello, a estirar sus labios cuando se caía un pedazo de su corazón.

Nadie lo notaba, era su máscara; era la manera en que el dolor se hacía real a través de su cuerpo.

Stiles sonreía, siempre...

Porque siempre dolía.

Frotó su rostro con ambas manos, viendo dos horribles cicatrices trazadas en sus muñecas.

Recordatorio de la segunda vez que intentó detener los latidos de su corazón, demasiado drogado como para siquiera recordarlo.

Quizás estuvo demasiado tiempo bajo el agua, pero era un ritual necesario para él. Para esos días donde la ansiedad lo abrazaba.

Hizo su rutina de siempre al salir del baño, vistiéndose rápidamente y abriendo las cortinas y ventanas al pasar por el salón hasta la cocina. Con manos diestras en el manejo de su cafetera consentida, hizo un expreso y lo bebió en tres sorbos antes de ir por su móvil para llamar a su padre y a su terapeuta.

-Hola papá -saludó con el móvil en su oreja y caminando lentamente hasta el balcón para tomar el fresco de la mañana.

Había dejado de vivir con su padre hacía poco más de una semana, cuando su terapeuta consideró que ya era posible para él retomar su ritmo normal de vida.

Conversó con Noah a gusto, escuchando todo lo que él tenía que decir sobre sus diversas actividades con sus amigos y respondió con cariño en la voz a cada pregunta que su padre le hizo.

Prometió ir a visitarlo al día siguiente, una vez saliera del hospital.

Fue como Isaac dijo, Stiles y su reputación como médico fueron reestablecidas. Logró una disculpa pública por parte del director del hospital y una enorme indemnización económica, una que Stilinski realmente no quería pero que Isaac se empeñó en obtener.

Prisionero (adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora