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Chenle estaba cansado, tenía grandes ojeras por la falta de sueño, y estaba a nada de dormirse sobre su desayuno cuando unos ladridos y leves golpes le sobresaltaron. Fue hacia la puerta con pesar y al abrir vio a Mark allí, totalmente sonriente.

–¡Hyung!– Se tiró a sus brazos fingiendo llorar.

–¿Qué sucede, Lele? – Preguntó con preocupación y llegaron unas bolas de pelo antes que la respuesta.

–¿Vienes a buscarlos?– Le miró con ilusión.

–Sabes que no puedo, pero esta semana te ayudaré lo más que pueda– Acarició a sus dos pequeños tesoros y luego el cabello del menor, obteniendo una mueca de desagrado que simplemente ignoró –Gracias por aceptar cuidarlos–

Le sonrió con tanta alegría que el más bajo se sintió estúpido y emperrado, igual que ese par de animales.

Ni siquiera podía cuidarse bien a él mismo y debía preocuparse de un perro joven, un cachorro y un felino.

A penas un par de semanas atrás descubrió que no comían kimchi ni ramen ¡¿Por qué?! Si su dulce mascota, Daegal, los comía con sus ojitos brillantes debido a la emoción ...o al menos eso creía él.

–No puedo seguir con esto, están absorbiendo mi vida y mi energía. Hyung, es como si esperaran un pequeño descuido para poder comerme por pedacitos–

El mayor rió al ver su sobre-actuación –Estás siendo paranoico, además, ambos sabemos que Hae te quiere más a ti que a mí–

–Puede ser, pero a mis sillones no y Nana...– Su cuerpo se estremeció– Amo a los gatos, sin embargo, ese me mira de una forma muy extraña–

El canadiense miró a los nombrados y les sonrió con más emoción. El menor realmente no lo comprendía, ¿acaso los había enviado para fastidiarle la vida?

–Si dices que no puedes tenerlos en tu casa por el espacio y ese bulto de ...fundamentos sin sentido– Refunfuñó rápidamente pues no podía decir improperios frente al mayor –Entonces vente a vivir conmigo y los cuidas tú mismo– El Lee quedó plasmado.

Las personas no invitan a otros a quedarse en su hogar como si nada, así como tampoco dejan a sus mascotas con el primero que se pasó por la cabeza.

–No me mires así, esto es de vida o muerte para mí. Mi casa queda más cerca de tu trabajo y tus padres me aman, no te preocupes porque quedarás en buenas manos, Makku–

Haechan comenzó a mover su cola eufórico para luego ir a jugar con Daegal. Mark asintió creyendo que era una señal del destino y Zhong por primera vez agradeció la falta de neuronas del otro.



——



–¿Son pareja? –Preguntó Sungchan por el otro lado de la línea telefónica y el menor negó– Entonces no hay razones para tenerlo en tu casa–

–No exageres, Sung, no es como que estaremos en la misma habitación o algo así–

Qué pena, no deberías hablar antes de tiempo. Susurró el viento cuando el canadiense colocó la última caja en el maletero del auto del chino. Quizás, si lo hubiese escuchado, se hubiera detenido a pensarlo una vez más, pero no fue así y lo hecho, hecho está.



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Oᥒᥱ-Shots MᥲrkᥴhᥱᥒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora