Cap. IV

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—Oh, Zenitsu

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—Oh, Zenitsu... ¡Pasa!

Senjuro se levanta de la mesa y rápidamente sale al patio. Nezuko lo mira, pero no va trás él, dado que Tanjiro llegó a saludar al rubio y la tomó de los hombros.

El de mechones rojizos camina por el jardín, suspirando con pesadez. Fue estúpido preguntarle a Nezuko algo así. Sabe que ella lo malinterpretaría y diría un "todos te amamos" cuando realmente no quiere escuchar eso. Fue imprudente y tonto dejarse llevar por ella y su perfecta y hermosa mirada rosada.

Sus emociones están al borde de salir, sus ojos se alistan para llorar y sabe que no podrá contenerse más. Ya no podría irse a dormir con un llanto en el pecho y emociones reprimidas. Lo duele, se odia ahora mismo, aborrece esos sentimientos que no lo dejan avanzar y sólo lo dejan en el abismo, esperando a ser ahogado.

Sus pasos son rápidos. Espera llegar a su finca, al hogar que no le pertenece por ser un inútil que no siguió la tradición de ser un pilar. Decepcionó a su hermano, fue un estorbo para su padre y una carga para su madre que ni siquiera pudo conocer.

¿Acaso ella lo odiaría por eso?

Sólo espera ser querido con sinceridad, sin que se lo digan con obligación. Desea que alguien se lo demuestre y quite de sus ojos esa venda que no lo deja ver las situaciones con pureza.

Al dejarse caer a la cama sólo consigue quejarse y no soltar el llanto. No es sincero consigo mismo y eso lo afecta sin darse cuenta.

—Senjuro...

El joven salta en la cama asustado y voltea al marco de la puerta.

La amable voz de la mujer que lo vuelvo loco está presente. ¿Por qué ella está ahí? ¿Cómo había entrado y llegado tan rápido?

—¡N-nezuko! —Se sienta sobre la cama, girando el rostro para evitar verla—. ¿Qué haces aquí?

—Lamento no avisar... La puerta estaba abierta. —murmura—. ¿Qué pretendías con hacer eso...?

—¿Necesitas algo?

—Vine porque te fuiste sin avisar...

—¿Acaso eso les importa?

—¿Crees que no me importas, Senjuro? —se acerca a paso lento a la cama y toma asiento a su lado—. No sé cómo me haces sentir...

El menor de los Rengoku finalmente la divisa y seguido aparta su mirada.

No puede volver a verla después de lo que hizo.

Irse sin avisar de la cena que la finca mariposa preparó con tanto esfuerzo definitivamente es algo imperdonable. A parte de eso, no quiere hablar con ella ante la pregunta que le hizo en Butterfly State.

—No dejes de mirarme...

La azabache lleva su mano al mentón del chico y hace que la observe.

Está asegurado que esos grandes y bonitos ojos de dos colores son los que quiere que la miren por toda una noche, su fino rostro es imposible de no apreciar detalladamente, tiene tantas cualidades que le gustaría decirle y demasiadas palabras para declararle.

—También me gustas, Senjuro... —musita finalmente.

Este junta el ceño sorprendido y ella se inclina a él.

Ambos se miran por un momento, mientras la Kamado empieza a rozar sus labios a los de él. Senjuro no sabe cuándo o cómo, pero sus bocas ya están en un lento y dulce beso sin ritmo. Al pasar segundos, esta va subiendo su mano por todo su mentón hasta llegarle atrás del cuello.

El muchacho está pasmado, totalmente absorto ante el acto.

No podría retirarse, es la mujer que le gusta, disfruta de su tacto y suaves labios. Ella es demasiado perfecta para alguien como él, ¿por qué ella hace esto?

—No dejes de besarme, por favor, Nezuko...

Realmente ya no le importa saberlo. Los labios de esa mujer son deliciosos y ese beso se sintió tan bien en su interior, como si le hubiese llegado al corazón, al alma.

Ella lo toma de ambas mejillas y vuelve a besarlo con suavidad. Sus labios se sincronizan perfectamente, sintiendo cada movimiento con dulzor.

Senjuro no sabe, pero no está seguro de seguir con ese beso. No quiere dejarlo en algo momentáneo. Por ello se inclina con fuerza a ella, provocando que la Kamado caiga a la cama. Sus labios ya no están en un beso de algodón. Pero sus miradas se ven tan serias y al mismo tiempo tan desesperadas.

—Nezuko...











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Noche Buena [SenjuNezu] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora