No te pertenezco

496 31 3
                                    


No puedo respirar. Camino por el largo pasillo de mi edificio con el fin de llegar a Jenna pero mi cuerpo no responde a la orden que le estoy dando. Corre, corre, corre. Siento como si cada paso que doy es sobre nubes, la sangre palpita en mis oídos y caígo con fuerza contra la puerta de Jenna. Está se abre, llevándome hacia atrás, veo a Jenna buscando confundida quién golpeó su puerta, murmura algunas maldiciones y supongo que intenta cerrar, pero soy el gran bulto que no se lo permite.
—Allie-Bean, Jesús, casi me cago sobre tu cara—pone una de sus manos sobre su corazón.
—Lo siento—digo por adelantado, ya puedo sentir el burbujeo de la risa en mis pulmones.
—Oh, no lo sientas. Después de todo la que iba a recibir mierda en su cara eres tú—hace una mueca. El burbujeo continúa su camino por mi garganta y explota hacía afuera. Jenna siempre me recuerda a un adorable duendecillo, hasta que abre su boca y habla como un marinero. De alguna manera el duendecillo se las arregla para arrastrarme hasta el sofá rosa chillón que le envió su abuela desde París, esto me hace reír aún más fuerte. Creo que corro peligro de hacerme pis en su horrible sofá de París—. Allie, amo tu extraña risa, pero estás comenzando a asustarme—veo su nariz arrugarse y moverse como en hechizada.
—Duendecillo—murmuro. Suelto una última carcajada antes de caer en cuenta de las gruesas lágrimas que corren por mi rostro. Podía sentir a Jenna estudiándome con preocupación, ¿qué demonios, Allie?, me inclino en el sofá rosa chillón haciéndome un ovillo con los dedos de Jenna acariciando mi cabello. Entonces fue cuando todo volvió y me rompí, el llanto era demasiado—. P-perdí mi a-auto...Eddie...Callejón—sollozo sosteniéndome fuerte de los muslos del duendecillo—...¡en la camioneta!—grito enterrando más fuerte de lo que debería mis uñas en sus pantorrillas. Jenna se estremece, deteniendo sus caricias.
—Bien, ahora dilo con menos mocos y mierdas chillonas, porfavor.
Le cuento a Jenna todo, desde el principio, con menos mocos y mierdas chillonas. Le explico lo que hacía en ese lugar exacto de la ciudad.
—¡¿Qué?!—sus ojos se agrandan una pequeña pulgada. Suspiro.
—Dije, el vendedor me citó ahí para hacer el pago.
—Ya te oí, perra tonta. ¿Tenías que ir sola?—golpea mi mano.
—Eh, ¿si?, se supone que hoy cubrías el turno de Sarah y mi otro amigo está en busca de su alma gemela o algo así.
—¿El chico Danny?
—Si—entrecierro mis ojos hacia ella.
—Um, como que su hermano se paso el otro día...—cierro mis ojos e involuntariamente aprieto mi mandíbula.
—¿El otro día, Jenna?
—Si, creo que fue la semana pasada o algo así.
—¡Ugh, Jenna!—le pellizco fuerte el brazo moviéndome rápido hasta la puerta.
—¡Espera!, no terminaste de decirlo todo—camina junto a mi. Maldito duendecillo, gruño mentalmente. Hago un intento de cerrar la puerta pero se cuela antes de que esto suceda. Duendecillo del infierno—. Allie-Bean, deja de mirarme así. Somos amigas, ¿recuerdas?, como en esa película del pez naranja que busca a su hijo con el pez azul.
—¿Buscando a Nemo?—alzo una de mis cejas.
—Eso—levanta su dedo indice—. Y el pez azul dice que los amigos no se comen—sonríe. 
—¿Los peces son amigos, no comida?—río ante su pobre intento.
—¡No te rías!—dice pasando junto a mi—. Ahora que dejamos lo principal claro, podrías explicarme el...—su cara se arruga como si estuviese llorando—..."¡Eddie!"...."¡Callejón!"...."¡En la camioneta!"—finge un sollozo demasiado agudo que me hace estremecer.
—Eddie me encontró en un callejón—murmuro sentándome nuevamente junto a ella en mi sofá, que no es rosa chillón ni de París, sólo es de segunda mano y creo que en su primera vida fue verde, ahora es de un dudoso color marrón.
—No quiero saber qué hacías sola en un callejón en ese lugar de la ciudad, ¿verdad?—aprieta sus manos sobre su regazo. Negativo.
—Y en la camioneta...—trago saliva—. Estaba él.
Sus ojos se agrandan aún más, tanto que temo que cuelguen hacia afuera—. Espera, espera, espera. ¿Estamos hablando de él?
—Uhm—dejo caer mi cabeza sobre el brazo del sofá. Sonrío sabiendo lo que viene. Tres...Dos...Uno...
—Hmm. ¿Vamos a hablar de ello o te guardarás toda la información interesante para ti misma otra vez?
—En realidad, Jenna, ¿cuál es el sentido de contarte todo sobre él si todo va a seguir igual?—la observo.
—Supongo que escuchar la opinión de tu mejor amiga ayudaría en algo.
—¿Mejor amiga?—sonrío, alzando ambas cejas.
—Uh, ¿si?—creo ver un rastro de sonrojo bajar por sus mejillas hasta su cuello.
—Bien. Creo que podría funcionar.
—Escúpelo.
—A veces eres un maldito duendecillo molesto, ¿lo sabías?
—¿Duendecillo?
—Ajá.
—Escúpelo.
—Duendecillo molesto.
—Allison.
—Está bien, está bien—murmuro con mis ojos fijos en el gastado suelo de mi lugar—. Él...Es algo así como el amor de mi vida.
Jenna hace esa expresión otra vez, en la que sus ojos casi se salen por sus orejas—. ¿Algo así como el amor de tu vida?, ¡Jesús, Allie!, eres peor que un chico cuando se trata de sentimientos.
—¿Así es como les llaman?—sonrío.
—Cállate—empuja mi hombro con el suyo—. Entonces, ¿dónde estuvo el señor amor de tu vida todo esté tiempo?—mueve sus cejas hacia mi.
Mantengo mi rostro serio.
—En la cárcel.
—¡¿QUÉ?!—chilla, las comisuras de mis labios comienzan a temblar.
—Sip.
—Allie, creo que no entiendes la magnitud de esto. Él estuvo en la cárcel. ¿Sabes que los chicos malos van a la cárcel?
Busco en los ojos de Jenna, encontrando miedo y desconfianza. Entrecierro mis ojos hacia ella—. Yo debería haber estado en la cárcel todo ese tiempo, no él. Las drogas las vendía yo, no él. Cuando llegó la policía yo fui la que se congeló y olvidó todo lo que le enseñarón para sobrevivir en las calles, no él. Él reacciono de forma rápida y estúpida, pero por lo menos hizo algo además de quedarse parado mirando al policía como un ciervo frente a los faros del auto.
—Allie—murmura, apretando mi mano dentro de las suyas.
—No, Jenna. Tú querías saber, ¿recuerdas?—dejo caer mi expresión maliciosa—. Él cumplió tres años de condena por un crimen que no cometió. Se entregó sólo por un estúpido flechazo adolescente—río sin humor.

Bruises, Una secuela de Scars.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora