Parte única: Las sucias mascotas de los ángeles.

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Bien, definitivamente, TaeYong sabía que no debía estar en ese lugar, esa noche, y en ese preciso momento.
DoYoung lo mataría por haber ido sin avisar y, por sobre todo, trabajar en plena Nochebuena, sin pedir ayuda.

Pero... ¡Joder! Él sabía cuidarse solo, hace años que hacía su trabajo a solas -bueno, casi, cuando a Dongs le daban permiso en la iglesia, trabajaban juntos- y hace aún más años que le había perdido el miedo a ese tipo de "llamados".

¿Qué tanto daño le harían un par de supuestos fantasmas?

Pfft.

Era un exorcista con bastante experiencia y que, además, ya no estaba ligado a la iglesia, por lo que podía hacer tantas cosas como se le viniera en ganas.

Desde prácticas "prohibidas" hasta mandar a la mierda a clientes que se creyeran demasiado listos.

Imbéciles.

Si querían morir por espíritus malignos, adelante, de algo debían comer las fuerzas oscuras, ¿no?

Resoplando para sí mismo, TaeYong se metió las manos a los bolsillos de su negra chaqueta de cuero, mirando con cierta desconfianza a su alrededor.

Siempre sentía que Dongs lo vigilaba, lo cual era estúpido e irracional; su amigo no era omnipotente.

Hacía sólo un par de horas que le había llegado un llamado anónimo que le pedía ayuda; diciendo de que las últimas semanas de fiestas en aquel club, se habían visto interrumpidas por extraños sucesos tales como: apagones de luces, intensos movimientos en las habitaciones, puertas cerradas por fuera y gritos escalofriantes que, luego, parecía que nadie había escuchado realmente; algo típico de espíritus traviesos, lo cual era mucho más sencillo de controlar.

En un principio se preguntó qué clase de club nocturno tenía "habitaciones". Y ahora, estando allí, en la maldita fila para entrar al jodido lugar, lo comprendía.

Sí, joder, sí, un maldito club de BDSM.

¡Y él ni siquiera sabía que existían ese tipo de cosas en la ciudad!

Es decir, desde hace un tiempo a la fecha, todo esto de los fetiches sádicos/masoquistas habían tenido un incremento bastante notorio, pero no se encontraba en una ciudad demasiado concurrida o, según él, ideal para esas cosas. Pueblo pequeño, infierno grande.

Pero, bueno, en realidad a él le importaba una mierda lo que hacía la gente con su vida sexual, fetiche y gustos, cada uno en lo suyo. Su problema era que... maldición, alguien le viera allí, le malinterpretara y pensara que, en teoría, quería llevar a cabo prácticas BDSM con algún desconocido.

No. Nono.

Le gustaba el sexo duro y era abiertamente gay -se metió a la iglesia sólo para cumplir su sueño de ser exorcista- incluso podría aceptar ser "sometido" por alguien; no sonaba del todo mal ahora que lo pensaba. Pero no iba a tener sexo con un desconocido que, quizás, estaba enfermo de la cabeza.

Dios. De sólo pensar que algún imbécil se le acercaría con la intención de quemar su piel con cera de vela o algo por el estilo, le daban ganas de dar media vuelta e ir a la cena Navideña que tendría con Dongs y otros "amigos" exorcistas -que aún seguían bajo las órdenes de la iglesia-.

Oh. Pero, claro, el orgullo, la curiosidad y la adicción a la adrenalina le impedían salirse de aquella fila.

"Sólo averiguaré si es que pudo sentir algún tipo de ente peligroso. Si no es así, correré a la cena para llegar antes de que Dongs sospeche de algo".

Sangre en Nochebuena. [JaeYong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora