Jimin

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N/A : Estoy narrando desde tercera persona, así que no debería haber problema si describo las cosas agregando sus colores, simplemente deben saber que Jimin no los percibe pero que yo lo escribo de está forma para que ustedes puedan saber como se ve su casa.

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Era martes en la mañana y Jimin se encontraba ansíoso por la mudanza, aunque en parte también desanimado ya que sería en la madrugada, sólo a él se le ocurría tal locura.

Salió de un salto de la cama para ir a cambiarse, se puso un pantalón de mezclilla, una polera amarilla y una camisa de rallas del mismo color sobre ella, junto con sus zapatos favoritos, unas Converse amarillas que le regaló su amargada abuela, -Dios la tenga en su gloria pero bien lejitos de mi- pensó Jimin estando frente al espejo sepillandose los cabellos que aún tenía húmedos por el baño. Desayunó algo sencillo y dedicó todo el día a empacar sus pertenencias en cajas. Las clasificó por habitación, fragilidad e importancia, así que si seguía el plan todo sería empacado rápidamente.

Cuando ya iva a la mitad se dio cuenta de que aún faltaban cajas ya que las qur tenía no darían abasto para todas sus pertenencias por lo que tomó un taxi y fue al centro comercial en busca de más. Sólo logró hayer tres cajas grandes, supuso que con esas bastaría, no quería tener otra suposición equivocada y tener que volver a cambiar el horario, el plan de organización y la clasificación de las cosas-porque a pesar de todo Jimin era un chico muy organizado(al contrario de mi😔) .

Terminó de guardar todo a las seis de la tarde así que aún le quedaba algo de tiempo para dormir y comer algo antes de la mudanza. Caminó hasta su cuarto y en cuanto entró por la puerta amarilla corrió a su cama y se desparramo enseguida sobre ella quedándose dormido de inmediato. El reloj de pared al frente de él marcaba las 10 de la noche, al parecer durmió demasiado, se dio un baño y comió una sopa de pollo con fideos y verduras hervidas, lo que quedó de tiempo lo pasó en su celular chateando con algunos de sus amigos o leyendo fanfics Hopev, su shipp, su religión, su todo de su banda de K-pop preferida. Jimin aún no podía creer que el estúpido de Hoseok no se diera cuenta de los sentimientos de V hacía él, después de todas las declaraciones e insinuaciones que había por parte de él, el rubio ya quería que Hoseok le diera duro contra el muro al de piel tostada, que se casarán y tuvieran hijos, y de paso que compartieran detalles de su intimidad, en que posiciones Hoseok se follaba a Taehyung y esas cosas, y aunque sólo era una humilde sugerencia por parte de su pervertida mente, Jimin comprendía que si esto era cierto, entonces la pareja necesitaría mucha privacidad.

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El camión había llegado según ese horrendo ruido y olor a humo que se colaba por la ventana, frunció su nariz en señal de desagrado al fetido aroma que salía de la tubería de escape del camión  de mudanza y junto con algunos trabajadores metió las cajas en el compartimento de deatrás y se subió en la cabina delantera para indicarle al conductor el camino.

Sintió un olor a tabaco, no.....más bien a cigarrillos, elevó la mirada y se encontró con un ardiente hombre de piel morena con cada músculo de su cuerpo tonificado, se notaba gracias a la bendita camiseta sin mangas que tenía puesta en ese momento, encendiendo el cigarrillo entre sus carnosos labios.

Subió rápidamente y se sentó a su lado desviando la mirada como si observar fuera pecado, aunque para él puede que talvez lo sea, su mente era muy pervertida y digamos que su lado fundashi no ayudaba mucho, no podía andar por la vida disfrutando de las vistas, de observar los cuerpos de otros, aunque tampoco se hiba a arrancar los ojos por algo tan ridículo, mejor seguir disfrutando, él se iría contento al infierno y no sabía, quizás hasta le quitaba el trono al diablo. Jimin cambio de lugar su mirada dándose cuenta de que en la parte superior de la cabina había un cartel que decía "R.M" y suspuso que debía ser de "Rico Morenazo" ,corrección , ¡ERA! de "Rico Morenazo" y de eso no había prubas pero tampoco dudas.

Volvío a desviar la vista, estuvo todo el viaje mirando por la ventana y la verdad no había nada interesante que contar de la inútil observación que realizó por casi 6 horas además de una vaca en medio de la carretera comiendo marihuana, él no tomaba drogas así que no se explicaba como podía ver eso.

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Bajó del vehículo con elegancia, si se le podía decir elegante a tropezar y caer de culo en plena calle, se levantó con rápidez mirando hacia los lados para percatartse de que nadie hubiera visto su ridícula caída y luego de cerciorarse se quedó maravillado por la casa....no la suya, la suya era normal, nada de bueno que apreciar, pero la casa vecina tenía precensia y era imponente a pesar de ser exactamente igual de simple que su vivienda, daba un aire de personalidad fuerte y demante pero con mucha sofisticación con un rosal cubriendo todo el jardín delantero, no podía apreciar el color de estás debido a su enfermedad, si tan sólo fuera capaz de apreciar otro color además del amarillo quizás su vida sería más viva, más alegre, pero nunca sabría lo que era ver otro color.

Miró su casa y suspiró desganado, tendría que hacer muchas remodelaciones a pesar de que su vivienda era del mismo modelo que la de al lado y esa casa le encantó, se pregunto si su vecino sería tan enigmático y fascinante como la casa en la que residía.

Se dispuso a entrar en su vivienda y su rostro mostró una expresión de asombroso aburrimiento, las paredes blancas y los pocos muebles que habían eran del mismo color crema, además de otras cosas de madera. Cuando la mayoría de las cajas estuvieron dentro de su casa decidió que les hayaria un lugar a cada cosa esa misma madrugada. Salió a buscar lo que faltaba, entró al camión y la poca iluminación que había en la cabina trasera no le permitía ver las cuatro cajas que había al final, tres trabajadores entraron y caminaron hasta el final tomando las cajas que podían y se mostró bastante intrigado, ¿ si él no podía ver las cajas como era que ellos si?, se encogió de hombros y tomó la última caja en el suelo, salió de camión con una sonrisa de oreja a oreja, su cabellera rubia alborotada moviendose de un lado a otro y siendo iluminada por los rayos de la luna pareciendo como si brillará, al instante sintió una mirada sobre su persona pero le restó importancia al pensar en todo lo que tendría que ordenar para luego ir a la universidad.

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Realmente tardó demasiado hayandole un lugar todo, fue una ardua tarea llena de tropezones, caídas, maldiciones, confusión y sudor pero valió la pena ya que ahora tenía toda su casa ordenada. Se dio un baño relajante de espuma amarilla- el único color que su desfavorecida vista percibía- y esencia de vainilla, luego de vestirse sólo con ropas blancas o sin color como Jimin solía llamarles bajó las escaleras para desayunar.

Entró a la cocina, habían algunos utensilios para la preparación de alimentos como sartenes, algunas ollas, los cubiertos y los platos estaban en los cajones debajo de la encimera de mármol blanco, se preparó unos huevos con tocino y tomó su mochila para ir a la universidad.

Justo cuando estaba por salir se dio cuenta de que le faltaba el libro de Historia del arte, subió a su cuarto y tomó el libro sobre su escritorio, de paso tomó una pluma-ya supondrán de que color- y bajó las escaleras, entonces ya seguro de que no le faltaba nada salió por la puerta y camino por el jardín hasta la calle, lamentablemente una oleada de fuerte viento frío hizo que su piel se encrispara y le obligó a entrar a abrigarse con uno de sus tantos sueteres amarillos.

En cuanto piso el asfalto de la acera se dio cuanta de cuanto tendría que andar para llegar a la parada de bus, tomarlo para luego tomar otros dos y llegar a su destino, de la nada el sonido de un claxón lo sacó de su ensoñación que hacía decaer su estado anímico y dirigió su vista hacia donde provenía el sonido.

Vio un Cadillac blanco y en él timón un chico vestido con una chaqueta, el chico tenía una mirada gatuna, Jimin sentía que ya conocía esa mirada y que la había visto antes, esa sensación que recorrió su cuerpo cuando sus ojos se encontraron con esa mirada de gato no era nueva, pero no sabía de donde la conocía, quizás sólo era cosa suya y ya se estaba volviendo loco, de todas formas poco le faltaba para estarlo.

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El chico de amarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora