1.amor y reticencia

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[Con nuestra sangre
y con nuestras
lágrimas hicimos rosas.]

"Per favore, aspetta, picgcolo amico!" Grito Leonardo desesperado cuan lejos se alejaba la águila que recién había comprado, aunque tenía que admitir que era un hermoso espécimen de ver. Su idea en un principio era dibujar sus hermosas y grandes alas para poder avanzar un poco en su proyecto personal, pero por un descuido de su parte, ña jaula se quedo abierta el tiempo suficiente como para que el águila pudiera escapar y salir volando a través de su ventana.

El artista le pudo seguir a duras penas, ya que por momentos le perdía de vista debido a la cantidad de personas que pasaban por donde el águila volaba. Al final llegaron a las afuera de Florencia y entraron en el follaje en donde finalmente le perdió de vista. Leonardo entonces se detiene en s3co al no poder ver el águila sobre cielo azulado. "Picgcolo amico? Oh no... bueno, disfruta de tu libertad, caro amico." Dejando salir un suave resoplido, Leonardo frota suavemente su nuca antes de darse la vuelta para regresar a su taller, parecía que sus planes e ideas en sus prototipos tendrían que esperar un poco más antes de ver la luz. Y a pesar de ese pequeño retraso, tenía que ver el lado positivo de esto, pues al menos pudo ver como esa majestuosa ave se alzaba en los aires con libertad. Él también algún día se alzaría sobre los aires observando toda la belleza que ofrecía esa vista aunque por ese tipo de ideas le consideraban un demente. El artista ante aquel pensamiento solo pudo dejar salir una suave risita entre dientes mientras baja su cabeza de las nubes, tenía que concentrarse en las tareas que dejó pendientes por seguir al águila. Solamente eran unos cuadros a medio pintar, otros más con bocetos además de que tenía que comprar más materiales pues se había quedado sin pinceles y solo tenía unas cuantas punturas. Dejando salir otro suave resplido, Leonardo dio un suave aplauso mientras sonreía para si mismo con fuerzas renovadas.

"Ugh..." Al oír aquel quejido, el artista rápidamente se gira preguntándose si había alguien más ahi. No lo sabía, era muy poco común ver a las personas aquí a no ser que fueran borrachos perdidos o amantes buscando un lugar para consolidar su amor. Ese quejido no se oía como el de algún amante en el acto ni de ningún borracho dolido, ese era el quejido de alguien sufriendo. "C'è qualcuno qui?" (¿Hay alguien aquí?) Era muy obvio que había alguien, de no ser así no hubiera escuchado ese quejido. Temeroso, Leonardo comienza a caminar para acercarse al dueño de aquello quejidos, escuchándose cada vez mas fuerte, hasta que en un momento se detuvieron, asustandolo, por lo que dejando de lado sus temores, Leonardo aleja los arbustos que cubrían su camino encontrándose con un cuerpo acostado boca arriba con una profunda herida en su costado izquierdo.

El joven al notar su presencia, rápidamente intenta levantarse sin mucho éxito y solo logra hacer que su herida sangrase mas. Leonardo lo miro por unos momentos antes de acercarse e inclinarse a su lado colocando su mano sobre la mano del joven que cubría la herida, este le lanza un gruñido mirándole directamente a los ojos con su ceño fruncido, pero el artista, sin inmutarse, aunque con un poco de miedo en sus adentros, le sonríe calidamente. "Si no me permites ayudarte, hay una gran probabilidad de que mueras. No te haré daño, lo prometo." El joven dudaba pero al final movió su mano dejando expuesta la herida que no paraba de sangrar, eso se veía mal, había que limpiarla y suturarla de inmediato. Al menos, para el alivio de Leonardo, la herida parecía no haber tocado ningún órgano importante solo tenía que parar el sangrado. "Perdóname, tengo que ir por algunas cosas pero volveré, así que por favor no intentes moverte." Dicho eso, Leonardo se levanta y sale de ahí rápidamente hacia su taller donde tenía algunas cosas necesarias para curar la herida.

El joven solo le miro irse antes de volver a girar su cabeza para mirar al despejado cielo azulado, aunque algunas pequeñas nubes se movían lentamente para cubrir el sol. Al poco tiempo, cerró sus ojos debido al cansancio que sentía, se preguntaba si así es como iba a morir pues no se lo podía creer, había tanto que quería hacer, tantos lugares a donde quería ir, tantas personas que aún quería volver a ver como a su padre, a su madre y sus hermanos, ni siquiera se había enamorado realmente. Había tenido amoríos como cualquier otro pero nunca se había enamorado de verdad y ahora jamás lo haría.

L'altra parte del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora