Capítulo Único

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—¡Lucy, ven aquí!

Navidad. Probablemente la fecha más esperada del año por todos en el gremio. Debido a los gastos que se hicieron luego de la dificultosa guerra contra Álvarez, las decoraciones eran un tanto humildes y escazas alrededor. Si acaso apenas podías contar con unos cuantos cascabeles en la entrada del edificio y unas luces adornando la barra donde Mirajane servía la sidra. 

—¿Qué ocurre, Natsu?

Pero lo que por obvias razones no podía faltar, era el enorme y hermoso pino.

—Sube.— El pelirosa abrió su compás y extendió su brazos en indicación a Heartfilia de que iba a cargarla cual princesa.

—¿Qué? ¡No!— Con rubor en las mejillas estaba apunto de darse la vuelta para marcharse, pero claro, Natsu era más rápido. En un abrir y cerrar de ojos ya contaba con la presencia de Lucy sobre sus brazos y con fuego acumulándose alrededor de sus piernas. —¡¿Qué demonios estás haciendo tú, pedazo de imbécil?!

—Escucha, este es el plan— Sonrisa infantil, la debilidad de Lucy. —Me voy a impulsar con estas flamas y llegaremos a la cima del árbol. Una vez ahí, te vas a parar en la punta.

—Natsu, ¿Cuánto has bebido ya?

—Si lo que piensas es que estoy ebrio, pues te equivocas.— Sonrió nuevamente, esta vez con cierta soberbia. —Estoy en pleno uso de mis facultades mentales.

—Si así estás en "pleno uso de tus facultades mentales", no quiero imaginarme como estarás cuando no.— Frunció el entrecejo. —Por cierto, ¡Ya bájame!

—¡No!— Dios santo ¿Este chico no iba a dejar de sonreír nunca? —¡El maestro me ha dado la orden de ponerle la estrella al árbol!

Jingle bells, jingle bells, jingle all the- QUÉ CARAJO.

La cara de Lucy es el equivalente a la jodida nariz de Rodolfo el reno. 

Je, analogías navideñas.

PERO EN SERIO, LA CARA DE LUCY ES EXACTAMENTE IGUAL AL ACERO CUANDO SE PONE A 930ºC

... ¿?

Ya, me dejo de analogías estúpidas. A lo que me refiero es que Lucy está sonrojada como el cabello de Erza.

—¿La-La estrella al árbol?— Miro a Natsu fijamente. Podría decirse que después de ver la reacción de la rubia él también se puso un poco bochornoso, lo suficiente como para que de igual manera, sus mejillas se sonrojaran. —¿Pensabas ponerme a mí como la estrella del árbol?

—T-Tal vez.

Silencio. Bueno, no era raro ya que cosas vergonzosas como esas pasaran entre ellos. Después de todo el asunto entre continentes, Natsu parecía ser un tanto más abierto con sus sentimientos por ella y Lucy empezaba a demostrar algunas cuantas emociones por él. Lo raro era que aunque ambos estaban conscientes, ninguno decía nada.

—¿La razón?

—Pues, eres rubia.— Genial, Natsu. ¿Qué vas a decir después? ¿Que las estrellas son amarillas como su cabello? — Y las estrellas son amarillas como tu cabello.

PERO-

—No tiene sentido.— La verdad es que Lucy sabía que no podía esperar demasiado de alguien como Natsu. ¿Qué clase de respuesta poética esperaba de su parte? Si ella sabía perfectamente bien que Natsu no era bueno con esas cosas. —Pero... gracias, supongo.

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