V. Les retrouvailles

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—¿Quién carajos es Aidan Gallagher?— preguntó Rowan, frunciendo el sueño.

—Vino con su familia, deberías seguir atendiéndolo tú, yo puedo fingir que tengo dolor de cabeza, o algo.— sugirió Pascale, ignorando por completo al pelinegro.

—No lo sé, tal vez no sea buena idea, ¿Qué si piensa que lo estoy acosando?— respondí, mientras levantaba del suelo el trapo rojo que había tirado anteriormente.

—Chica, ha estado mirándote todo el tiempo que he estado allí, es obvio que quiere que vayas.— levantó una ceja y me apuntó con su dedo—. Y parece que hay algo que no me has contado jovencita, tenemos una conversación pendiente.— me entregó su libreta y me empujó hasta la cocina.

—Los atenderás tú, diles que tuve que retirarme porque me dolía la cabeza, ¿De acuerdo?

—De acuerdo.— dije y vi como se metía en el baño.

Una vez con la bandeja en mano, me dirigí a paso inseguro hasta la mesa. Sin acordarme del probablemente muy confundido Rowan que dejé tirado.

Lentamente, y sin saber muy bien a dónde mirar, me acerqué. Aidan estaba entre una chica de pelo corto y su padre, concentrado en lo que sea que estuviese viendo en la pantalla de su móvil. Junto a la chica había una mujer, y a su lado una rubia, que identifiqué rápidamente cómo su madre.

—Buenas tardes.— saludé, mientras ponía con cuidado los platos sobre la mesa.

—Buenas tardes, ¿Dónde está la camarera que nos iba a atender hoy?— preguntó la rubia, provocando así que un curioso pelinegro levantase la vista de la pantalla y me mirase con sorpresa y confusión. Poniéndome aún más nerviosa.

—Amm... Tuvo ehh... Problemas estomacales...— contesté mientras ponía el último plato de pasta sobre la mesa, justo frente a Aidan.

Me di cuenta de que probablemente había dado demasiada información, y entonces empecé a sentir cómo mi rostro se calentaba por la vergüenza.

—Oh, Bueno.— me miró y luego a la mesa, notablemente incómoda.

—¿Necesitan algo más?— pregunté con la esperanza de que nadie respondiera, quería salir de esa situación lo más rápido posible e ir a reclamarle a Pascale por convencerme de hacerlo.

—¡Si!, Amm... ¿Podrías traerme más agua por favor?— respondió el motivo por el cuál estaba allí parada. Hablándome directamente por primera vez desde la última vez que nos vimos.

—Claro.

—Gracias.— finalizó.

Me volteé dispuesta a irme, intentando alejarme lo más pronto posible. Y entonces lo escuché, otra vez.

"Voy al baño".

Me tensé, y el notable temblor en todo mi cuerpo no tardó en aparecer.
Esa fue la misma excusa que utilizó la primera vez que hablamos.

¿Acaso aparecería de nuevo en frente de mi?, pensé. Pero no, no apareció frente a mi, apareció a mi lado.

—No sabía que trabajaras aquí, suelo venir todos los fines de semana con mi familia y no te había visto.

—Si, es que en realidad acabo de empezar hace una semana, y normalmente hago el turno de día.

Dios, ni siquiera podía mirarlo a la cara.

—Oh, es cierto, creo recordar que me contaste que te acababas de mudar.

—Si...— aún temblando, intenté tomar la jarra de agua. Con él justo detrás de mí y el modo en el que afectaba a mis sentidos, no podía concentrarme en lo que estaba haciendo.

La Nuit Étoilée •Aidan Gallagher Y Tú•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora