«A Christmas Carol»
Parte 2-¿Por qué sigues creyendo que es un sueño, simple mortal? -susurro alguien entre la oscuridad.
Daniel tembló ligeramente.
-¿Tú quién eres? -pregunto.
-El hermoso, magnifico y muy importante espíritu de la navidad presente-dijo el espíritu mostrando su cara.-¿Zach? -pregunto al mirarlo.
-No, no soy Zach, ¿Qué no has entendido que usamos la imagen de alguien que conoces para presentarnos?Daniel solo asintió lentamente
-Bueno, ahora lo entiendo, ¿Tu que vas a mostrarme?
El espíritu sonrio y simplemente frente a ellos mostro comenzó a reflejar una imagen borrosa.
-Creo que conoces a esa chica ¿verdad? -pregunto.
Daniel asintió cuando vio la imagen más clara.
-Es Irene, mi novia.
La imagen mostraba a la chica acomodando algunas cosas sobre la mesa.
-Hola mamá-dijo contestando una llamada.
-¿Segura que no quieres venir a cenar con nosotros? -pregunto la señora del otro lado de la línea.
-Tranquila mamá, Daniel y yo cenaremos en mi departamento-contesto ella.
-De acuerdo, pero si ambos quieren venir, aquí los esperaremos.Irene contesto con un simple si y colgó.
Dejo el teléfono en la mesa, tomo una silla y se sentó.
Tomo uno de los cubiertos y comenzó a comer la sopa que habia en su plato.-¿Por qué está llorando? -pregunto Daniel preocupado.
-Mira primero, despues contestare tus preguntas-contesto el espíritu.Irene dejaba caer lágrimas, dejo el tenedor aun lado y suspiro.
-No puedo obligarte a nada, pero realmente te necesito hoy-susurro.
-¿Sabías que su mascota murió un 25 de diciembre? -pregunto el espíritu.
-No, no lo sabía-contesto Daniel mirando hacia otro lado, evitando la mirada del extraño ser.-Claro que no lo sabes. Cada vez que te mencionan la navidad cortas la plática, enojándote con quien lo dice.
-Lo siento, pero yo no puedo evitarlo, no sabía que era lo que a ella le pasaba.
El espíritu comenzó a reír.
-Ese es tu problema. Te molesta la navidad por las personas egoístas que solo fingen amar a sus familias, pero tú también lo eres, solo te interesas por ti...
-Basta-dijo una tercera voz-. Ya le mostraste lo que tenía que ver, ahora es mi turno.
El espíritu de la navidad presente desapareció, guardando el resto de palabras que tenía para Daniel.
-¿Tu no vas mostrarte? -pregunto Daniel.
-No creo que sea necesario-contesto de manera fría-. Detesto tener que venir a dar lecciones de vida casi tanto como tu detestas la navidad.