Capítulo 6

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Sabela

—¿Todavía no la has encontrado? —me pregunta Brais desde nuestra habitación.

No paro de darle vueltas al asunto de la pulsera. Hace días que la estoy buscando y no la encuentro. Recuerdo que la dejé en algún lugar del cuarto de baño, pero ahora no aparece.

Se perdió justo el día que vino Jacobo a casa, aunque me niego a pensar que mi hermano haya tenido algo que ver con su desaparición.

Tras desmaquillarme, apago la luz del cuarto de baño y me pongo el pijama.

—No sé por dónde más buscar. He revisado todos los rincones de la casa y no he obtenido ningún resultado —le respondo a mi novio.

Brais me mira como si quisiera decirme algo, pero creo no se atreve. El sonríe y me invita a que me acueste en su pecho.

Respondo a su proposición, sin embargo, desde que llegó de Cambados, no me he sentido especialmente cómoda con él.

Gestos como el de ahora me salían naturales, pero ahora me cuesta que nazcan desde la confianza.

—Voy a decirte algo que sé que no te va a gustar —continúa—. No tengo pruebas, pero...¿crees que Jacobo haya tenido algo que ver?

No quiero tener que darle la razón, aún así, lo cierto es que yo también he considerado esa posibilidad.

—¿Por qué piensas que él ha podido llevársela?

—Muy sencillo, Sabela. Tu hermano no me ha gustado para nada.

—¿Y por eso ya crees que se haya robado algo? —lo cuestiono mientras me incorporo en la cama y apoyo mi espalda en la almohada.

—No se trata solo de eso.

—¿A qué te refieres?

—Pues a todo, cariño. Nunca una persona me había transmitido tantas vibraciones negativas. Su comportamiento para con nosotros fue totalmente grosero.

—Eso no quiere decir absolutamente nada —insisto—. Es cierto que no es una persona fácil, pero eso no es suficiente como para pensar que...

—No se trata nada más que de su comportamiento —me interrumpe Brais—. Después de todo lo que me has contado sobre él, no me hace falta conocerle mucho para saber que es un macarra. Siento ser tan directo, porque sé toda la ilusión que has puesto en encontrarle, pero tienes que admitir que no ha resultado ser lo que tú esperabas.

Me quedo en silencio ante lo que dice. Tengo que admitir que sus razonamientos parecen tener fundamento. Aunque en cierta manera comparto la opinión de Brais, hay algo dentro de mí que me impide creer que Jacobo haya sido capaz de una cosa así.

—Solo existe una manera de averiguarlo —le digo.

—¿Cuál?

—Preguntarle a él directamente. Y si lo ha hecho, dejar que se explique.

—No quiero que vuelvas a ese taller de mierda —No me gusta la expresión que se forma en el rostro de Brais. Pocas veces lo he visto tan cabreado—. Y mucho menos después de la última vez que estuviste allí.

Brais está al tanto de lo que ha sucedido entre Jacobo y yo. Lo he puesto al corriente de todo lo que ha pasado entre nosotros, y su opinión ha sido en todo momento que deje de buscar a mi hermano.

—Tengo que ir, Brais —continúo—. Es la única forma de saber la verdad.

—En ese caso prefiero ir yo y preguntarle directamente —me propone.

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora