31- Haced caso a las voces de vuestra cabeza... salvo que os hablen de matar

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Eran las diez de la noche y yo iba de camino al Bul pensando qué demonios iba a decirles a los chicos para que no sospecharan de mí pero supieran que tenían tiempo para no precipitar demasiado los acontecimientos.

Y para advertirles de lo que se venía encima.

La mejor opción me pareció hablarles de la caza de mutados como si lo hubiera oído por las calles (cosa que no era del todo mentira pues en esos momentos era un tema popular en la ciudad). Les aconsejaría sobre como reorganizarse en la medida de lo posible y les daría a entender que tenían tiempo, poco, pero tenían.

Por qué tenía que ser todo tan complicado...

Cuando divisé el local al final de la calle solté un largo suspiro. Las llamas de la fachada destacaban contra el fondo negro como si se tragaran el edificio. Me pregunté si había sido Taeja el que lo había pintado; alguna vez me había comentado que él había decorado las paredes de las habitaciones de los chicos.

Salí de mis propios pensamientos al llegar frente a la puerta. Tenían puesto el cartel de cerrado, pero se veía luz en el interior.

No me lo pensé dos veces antes de llamar.

El rostro de Rome fue lo primero que me recibió. Se echó a un lado para dejarme pasar y cerró la puerta asegurándose de que no había nadie más fuera.

Los demás estaban congregados en la zona de las camillas de tatuar. No me costó mucho darme cuenta de varias ausencias: Lucas, JoJo y Arthur no estaban allí.

Gunnar era el único que estaba directamente de frente a mí así que me sonrió a modo de saludo.

—Gracias por venir, Kiera —dijo amablemente, haciéndome un gesto para que me acercara.

Rome me cogió la mochila y la chaqueta para dejarlas con las de los demás mientras yo me acercaba a las camillas.

Reconocí a Jinho, que estaba de espaldas a mí, y me senté en el hueco a su lado.

Se sorprendió un poco cuando lo hice, parecía haber estado sumido en sus propios pensamientos. Chocó su hombro con el mío juguetonamente y yo le di un apretón en la rodilla.

Taeja estaba sentado en otra camilla, a la que se unió Rome poco después.

Elya estaba un poco más apartado acabando de comerse lo que parecía una manzana. Tenía las mejillas muy hinchadas.

—Ya me ha contado Taeja que tenéis un pequeño problema —rompí el silencio, haciendo que todos me mirasen.

—Tenemos que conseguir la galería de arte antes que mis padres —corroboró el aludido, agitando la cabeza—. Pero ya estamos teniendo muchos problemas con la mafia local...

—Hay una segunda mafia nueva en la ciudad que también se está pegando con la local —le interrumpió Elya después de tragar, yendo a tirar los restos de la manzana a la basura—. Tal vez nos quiten parte del problema.

—En el edificio de Rebecca se ha oído que va a pasar algo gordo en la ciudad en lo que a estas dos mafias respecta —intervine yo rápidamente al ver la oportunidad—. Eso os podría dar ventaja, ¿no?

Gunnar asintió pensativo, mirándome con atención. Por un momento entré en pánico; sus ojos azules me analizaban con cuidado, si era un mutado telépata...

—Tienes razón, si la nueva mafia mantiene ocupada a la local, podríamos actuar con un poco más de libertad —pensó en voz alta, suavizando la mirada. Sentí alivio recorrer todo mi cuerpo—. Pero tendremos que tener cuidado igualmente, han empezado una caza de mutados por nuestra culpa —recordó, haciendo que Jinho se removiera incómodo a mi lado.

Tinta Negra [TN#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora