Rápidamente corrí a mi habitación buscando las cosas que iba a llevarle y luego bajé hasta que encontré la entrada a los calabozos. El pavor de ver aquella puerta fue más del que esperé. Mi cuerpo reaccionó al instante ocultándose detrás de unas columnas, intentando recuperar el aliento y olvidar... olvidar cuando mis hermanos y padre me encerraron; cuando los grilletes casi rompieron mis muñecas; la mirada de todos riéndose y celebrando; lo sucio, los olores, cuando quitaron mis ropas a golpes y me pusieron esos trapos. El frío. El hambre.
—¿Señorita? —¿Qué? ¿Quién es? —. ¿Señorita, es usted? —Ah, Cédric, el Paladín de mi hermano mayor—. ¿Quiere...
—Oye. Ya terminamos nuestro trabajo. Vámonos... — ¿Otro? ¿Quién es? —¿Señorita? —Malbec, él Paladín de mi otro hermano. Él y Cédric son amigos desde que entraron aquí. Los soldados, al estar lejos de la mansión, no son hostiles conmigo, pero tampoco sienten un gramo de empatía por mí. Cuando me encerraron fueron ellos quienes estaban parados a los lados de mis hermanos esperando sus órdenes, y cuando me zafaba e intentaba alcanzarlos, ellos desenvainaban sus espadas.
Los soldados me arrastraron hasta mi encierro sin siquiera sentir nada y me mantuvieron ahí.
—¿Qué? ¿Señorita?
—¿Se encuentra bien? ¿Por qué está llorando?
—¿Eh? — ¿Yo? No estoy... me palpé los pómulos, llenos de lágrimas que nunca sentí—. ¿Ahora estoy perdiendo el tacto? Está avanzando demasiado rápido ¿Me quedara poco tiempo?
—¡Señorita!
—Ah, discúlpenme ambos —Comencé a pararme fingiendo fortaleza, pero espero que no noten que estoy temblando—. Me he perdido en mis pensamientos y terminé mostrándoles algo desagradable. Discúlpenme —Me incliné involuntariamente.
—No, señorita, no se incline.
—Si, nosotros lo sentimos. Lamentamos haberla asustado —Se me acercó Malbec pero no me tocó.
—De todas maneras, por favor acepten mis disculpas —Me puse la mano en el pecho y desvié mi mirada aun medio inclinada, esta situación es incómoda.
—Y usted también las nuestras —Estábamos todos inclinados.
Bueno, no tengo que olvidar mi objetivo.
—Está bien, disculpen las molestias —Me dirigí a la puerta.
—Señorita —Me volteé confusa ante la voz de Malbec.
—¿Sí?
—Mm... Esto...
—No puede entrar ahí, ese es el calabozo. No es el lugar adecuado para usted, señorita —Cedric continuó por él.
—No te preocupes, no hay nada ahí de lo que asustarse.
—Pero señorita... Está sucio y huele mal.
—Si, y hay ratas y esas cosas —Malbec volvió a la conversación.
—No se preocupen, lo sé... —Les sonreí intentando ocultar mi dolor al recordar porque, de hecho, lo sé mejor que ellos—. Solo haré una corta visita, así que no se preocupen. Y no le diré a nadie que los vi así que tampoco serán reprendidos. Pueden continuar su camino —Comenzaba a darme la vuelta.
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Mi destino como Villana.
Novela JuvenilTodas las historias tienen dos versiones, una linda y radiante llena de bellos sentimientos, y otra fea y lúgubre de la que nadie quiere tomar atención. Constantemente, la vida me enseño que las personas que vivían una buena vida, llena de lujos o...