Capítulo; Séptimo.

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La idea de estar muerta me aterraba y me repetía "No quiero morir. No me maten" una y otra vez.

Me dijo una cálida voz:

—Está bien... —Volvió a decirme.

Levanté la mirada, y cuando me encontré con sus ojos lo supe. Ella era Nicolyn y yo también lo era. Sin embargo, ambas éramos diferentes.

—Está bien. Cuando volvamos a vernos, hablemos de muchas cosas. Aunque espero que no tengamos que hacerlo así —Solo podía escucharla perpleja, con las palabras que siempre quise escuchar—. Buen viaje...

—¿Qué? —Pronuncié mientras abría los ojos de golpe.

Lo primero que vi, fue la habitación de mi padre, yo estaba recostada en su inmensa cama, mientras él estaba gritándole a muchas personas. Oh, son los sirvientes y el mayordomo, todos ellos me han maltratado, me pregunto de qué estarán...

—¡Están todos despedidos! —¿Qué?

Volví a abrir mis ojos, y estaba padre gritándoles con mis hermanos detrás de él. Todos estaban llorando, dando excusas, solo unos pocos aceptaron con la cabeza gacha.

—No... —Apenas podía hablar—. No... —Logré decir más fuerte hasta que me vieron. Padre y hermanos se acercaron a mí—. No... —Lo tomé de la manga—. No los despida... Son... Son lo que queda... De ella... —Dije con todas mis fuerzas, pero todo se volvía oscuro—. Son... Lo que queda... Lo que queda...

No tengo noción de cuánto tiempo habrá pasado después de eso. Si acaso pasaron solo minutos o días enteros.

Pero cuando finalmente desperté, todo estaba en calma. Parecía estar recién amaneciendo y no había nadie conmigo en la habitación. Los tiernos primeros rayos del sol, abrigaban cálidamente mi rostro y manos. Hace mucho que no dormía en una cama tan cómoda. Se sentía, como un sueño, como si tuviera que disfrutarlo a toda costa, puesto que nada es eterno, y lo perecedero es una condición del deleite.

Cuando ya hube disfrutado lo suficiente me levanté lentamente. Tocaba los diversos objetos de la habitación sin poder creer donde me hallaba, hace años no pisaba estos rincones de la mansión. No me aleje mucho de la cama, y cuando note la ropa que estaba en uno de los muebles, comencé a vestirme sin problemas, era otra de las cosas que hace años hacia y me encontraba algo impaciente por salir de aquí.

Mis zapatos estaban algo raros, así que solo me coloque la parte inferior del vestido de buena manera. Me agaché para ordenar el zapato, y ahí tome la parte superior de la vestimenta que quedó colgando de mi cintura y me lo coloque arqueando la espalda. Estaba en la mitad cuando sentí que alguien me llamaba. Era una mucama, pero delante de ella estaban mi padre y mis hermanos mirándome atónitos. Me cubrí sorprendida y atónita. La sirvienta trato de cubrirme y echarlos de la habitación.

—Aprovechando que estás despierta, bajaremos a desayunar. No, no uses esa ropa —Oh, me había colocado la ropa que llevaba puesta el otro día, quizás este sucia—. Hay otras sobre el mueble de aquel lado... —Noté algo de incomodidad en la voz de Euhemeros.

Se fueron rápidamente de la habitación mientras la sirvienta me regañaba.

—Disculpe, no es mi intención ofenderla, pero ¿No estaba usted trabajando en la residencia de mi abuelo?

—Por todos los cielos. No creí que se acordara de mi...

—Por supuesto que sí, fuiste muy linda y amable la vez que te conocí. Además, tus galletas estaban deliciosas. Muchas gracias...

Mi destino como Villana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora