Agradecida

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Muchos dicen que debería agradecer, que lo que me hicieron me hizo más fuerte, una mejor persona, inteligente y tenaz. Cada vez que recuerdo o hablaba con alguien sobre lo que me paso a mi corta edad, salían con la frase "pero ahora eres más fuerte por eso". Cómo si fuese un remedio, un premio de consolación ser fuerte, como si tuviese que haber pasado para "forjar mi carácter". Si desde pequeña mis padres me describen así.

Uno cree que por ser pequeños no recordaremos las cosas, o al menos creo que eso fue lo que pensaron mis agresores, tenían de 8 a 10 años más que yo, en ese entonces tenía yo entre 4 y 5 años, mi hermano y yo éramos inseparables, jugando siempre juntos. En un principio no nos llevábamos bien con los vecinos por ser de los más pequeños, pero eventualmente las salidas a jugar fueron más frecuentes. Todos los niños de la calle saliendo a jugar fútbol, ponchados, congelados e incluso béisbol.

Todos muy felices, hasta que empezaron las frases en el juego de las escondidas "Ava, cuenta hasta 100". La más pequeña del grupo, en un cuarto/bodega de lo más rústica y un chico mayor que yo vigilándome desde su escondite de cerca. " ¡Un, dos, tres, por Cristian que está debajo del lavadero! " gritaba para que los demás escucharán que alguien había sido descalificado del juego.

 Ahora el descalificado se unía a la búsqueda de los demás. Cuando volvimos a empezar, siendo Cristian ahora el buscador principal, me encontró primero, como si esa hubiese sido su misión todo el tiempo, como un halcón cazando a su presa. 

"Ava, si no quieres que descalifique a tu hermano, dame un beso" para una niña un beso era un saludo en el cachete, no sabía exactamente lo que significaba. Ni siquiera el porque me estaba pidiendo eso sí solo estaban jugando.

"Pero aún no encuentras a mí hermano" respondí confundida. Aún así el me miraba seriamente y le dije que no quería darle un beso, eso no era un juego.

"Anda, un beso en el cachete" dijo de forma insistente "No quiero" respondí enojada... Volteando la cara hacia la salida y justo cuando quería que alguien llegará, tomo mi cara entre sus manos, volteó mi cabeza y me besó, si se puede llamar beso a baba en toda mi boca y la insistente presión sobre mis pequeños labios, yo cerraba mi boca y trataba de esconder mis labios pero era demasiado insistente y fuerte. Quería meter su lengua en mi boca y yo más apretaba la quijada para cerrarla, y como si alguien hubiera escuchado mi pensamiento.

"¿Qué están haciendo?" Preguntaba uno de los niños con los que jugábamos, unos segundos más tarde mi hermano llegaba. No recuerdo el nombre del nuestro vecino, pero sin duda sonaba molesto, como regañando a Cristian, así que como está era mi oportunidad, decidí salir corriendo de ahí.

Cuenta mi padre, que durante ese tiempo lloraba cada vez que los vecinos venían a jugar a la casa, en ese entonces mi padre se la vivía trabajando y mi mamá atendía la tienda de abarrotes que le encargaron los dueños de la casa que rentábamos. No sabían porque su hija lloraba cuando solo iban a estar jugando un rato, la niña quería quedarse con su mamá en la tienda o simplemente estar afuera en el patio.

Yo simplemente no quería jugar dentro de la casa con los demás y menos a las escondidas, supongo que pasaron semanas antes de que volviesen a intentar algo. Así que aún siendo pequeña, empecé a tantear el terreno. Primero solo jugaba con los niños afuera, eventualmente empecé a entrar a la casa a regañadientes y es entonces, en un descuido y exceso de confianza que vuelven las frases.

"Ava, dame un beso en el cachete" sí, esas frases solo se escuchaban en un susurro. Inmediatamente entre en estado de alerta y al estar en casa de Cristian jugando en el patio, quería irme, pero aún no podía, tenía miedo de estar a solas con él, me asustaba la idea.

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