『08』

3.7K 695 185
                                    

El día que Minho empezó a pensar que las cosas que le sucedían no eran simplemente casualidad fue cuando notó una peculiar sombra reflejada en su armario después de que el candelabro de su habitación se cayese.

Diría que era una larga historia, pero en realidad no lo era. Todas sus desventuras eran ocurridas en momentos aleatorios y sin mucha explicación.

Luego del incidente del zorro —del cual su abuela rió una y otra vez—, se vio envuelto en una serie de eventos que siempre lo llevaban a la desgracia. Un leve ejemplo de ello fue cuando la sábana no dejaba de escurrirse de sus piernas durante una fría noche. A la casi décima vez de intentar que la sábana permaneciera en su sitio, cobijándolo del ambiente, se rindió y durmió así. Es demás agregar que despertó con un resfriado y prácticamente odiando la vida por no haber podido dormir correctamente la noche anterior.

Un ejemplo, diciéndolo entre comillas, grave, fue cuando terminó casi electrocutado por culpa de un corte en el televisor. Sencillamente el televisor empezó a fallar y él como el buen cabezota que es optó por la opción más razonable para solucionarlo: Darle unos cuantos golpes hasta que funcione. Aquella increíble decisión casi lo lleva directo al hospital no solo del pueblo, sino de la ciudad. Agradeció hasta a los dioses en los que no creía únicamente por no haber muerto de una forma tan dolorosa como esa.

Después de varios días de problemas tras otros de los que únicamente él formaba parte, lo sucedido de hoy fue un poco más del límite.

La abuela Hyemi ingresó a su habitación con la intención de informar que la madre de Seungmin cumplía años en unos días y ambos se encontraban invitados a la celebración, por lo que era mejor que fuera preparándose para sociabilizar. Tras ello, el candelabro en el centro dejó de estar pegado al techo, estrellándose sin razón alguna. El susto fue más que inevitable.

Mientras la abuela gritaba desesperada que aquel candelabro pudo haber caído en su cabeza, Minho fijó su vista en el armario al percatarse de una figura deformada proyectada en este. No logró identificar mucho, sin embargo, con lo que había visto tenía suficiente.

Una cabeza con unas formas sobresaliendo de esta. No dudó en que fueran cuernos.

Se apresuró a asomarse por la ventana, encontrando nada más que oscuridad en las afueras de su hogar. ¿Sería posible lo que estaba pensando?

—¡Es el colmo que esta casa se caiga a pedazos justo ahora! —gruñó la mujer, fastidiada—. Aléjate de la ventana, no quiero pagar más arreglos.

Minho asintió, dando unos cuantos pasos hacia atrás. No creía ser capaz de tirar la ventana, mas ya no estaba seguro de nada. Tampoco creía que el candelabro fuera a caerse, pero ocurrió.

—¿Qué vamos a hacer con esto ahora? —preguntó entonces, señalando los pedazos de vidrio rotos en el suelo.

—Mañana llamaré a alguien para que cambie las luces de tu habitación. Pero mientras tanto es mejor que vayas a dormir a otro lugar. Quién sabe si se caerá el techo también. 

Nuevamente el menor asintió, tomando sus pertenencias más importantes para trasladarse a la habitación más cercana a la suya. Una vez ya estuvo acostado en la cama, se dispuso a pensar respecto a lo sucedido. La única persona —¿persona?— que conocía con las características observadas era Jisung. ¿Tendría él algo que ver con eso acaso?

Solo lo había visto una mísera vez, y si lo analizaba a detalle, ni siquiera sabía si él era real o no. Su encuentro fue tan efímero que entraba en bastantes dudas. Podía ser cualquiera molestándolo ahora, sin embargo, Minho era escéptico y Jisung podría ser una persona cualquiera a la que le gustaba jugar bromas, pero ¿qué con los cuernos entonces? Comenzaba a frustrarse.

Spooky Hannie || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora