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Los demás reían mientras Lapis y Peridot intentaban cortar triángulos de pastel para cada uno.

—El pastel no tiene exceso de azúcar ¿Verdad?—Pregunto Connie.

—Tranquila, las gemas no tenemos problemas con el azúcar. —Le dijo Lapis.

—Lo digo por mi primo. —Se excusó Connie con el ceño fruncido.

Peridot estaba encantada con el regalo de Connie: unas medias con dedos de bandas de amarillo y blanco. El regalo de Steven resulto ser un Tamagotchi, un pequeño aparato parecido a un mando con una pantalla en la parte superior, donde flotaba una criatura parecida a una medusa.

—Deberías ir a hablar con Connie; parece feliz. —Le animo Perla.

El chico la miro, pero su semblante se tornó serio de pronto.

—Perla, Connie y yo no volveremos a estar juntos, es lo mejor para ambos.

—Pero ¿No te alegra que...?

— ¡Oye, Steven!—Lo llamo Ronaldo desde la entrada del granero— ¿Vas a venir con nosotros o qué?

— ¡Enseguida los alcanzo!—Beso la mejilla de Perla—.Eres la mejor, pero estamos bien así.

Y dicho esto, le sonrió de nuevo y se dirigió hacia la entrada. Perla, con la mano acariciando la mejilla ahí Steven la había besado, se quedó mirando el suelo.

Había caído la noche y Steven continuaba sin presentarse, Greg no tenía forma de cocinar con el estado de sus manos, por lo había estacionado su camioneta a un lado del templo, ignorando las suplicas de Perla de continuar durmiendo en el sofá, era extraño que su saco de dormir en la parte de atrás de una camioneta le resultase más cómodo.

Perla observaba la marea alta cubrir lentamente la playa de agua cuando distinguió a Steven caminando en dirección a la casa, tambaleándose como un pato mareado. La gema salió fuera para recibirlo, al verla, el chico sonrió y alzo su mano para saludarla, tenía una lata en su mano que no era de refresco.

—Parece que te hubiera pasado por encima un camión. —Señalo Perla.

El chico sonrió, el contenido amarillento claro de la lata se le derramo encima cuando rompió en carcajadas.

— ¡Perla, Perla!—Repitió rodeándola con sus brazos, aquella peste no era totalmente reciente, y provenía principalmente de su boca—Debiste venir, te habrías divertido tanto ¿Te gusta bailar?

—Un poco, yo...—Steven perdió el equilibrio y se balanceo peligrosamente hacia un lado— ¡Steven, estuviste consumiendo alcohol! ¿Verdad? ¡Eso es ilegal!

—Shhh—Le dijo el chico—.La policía podría escucharte, Lars dijo...dijo que la policía...

Cabeceo, ronroneando contra el hombro de Perla, lo cual provoco que esta buscase apartarse de él.

—Perla.

— ¿Qué?—Pregunto, intentando llevarlo hacia el umbral de la puerta, el chico volvió a reír.

—Se me olvido.

Ambos rieron.

—Vamos...con cuidado...—En realidad no era muy distinto a ayudar a Amatista luego de sus "salidas al spa", con Vidalia y las demás chicas.

Lo único que podía esperar era que la resistencia al alcohol del chico fuese mucho menor, o de lo contrario, aquella cerveza solo sería una de muchas otras. Steven sonrió, y le tomo de la cintura. Para Perla fue como si se hubiera formado nudo en su estómago, que fue soltándose a medida que ayudaba al chico a sentarse en el sofá y le iba quitando los zapatos.

—Tengo sed. —Se quejó, como un pequeño niño.

—Creo que ya bebiste suficiente. —Señalo Perla.

Aunque dudo, no quiso dejarlo vestido totalmente, sus dedos acariciaron con cuidado la superficie de su franela, antes de empezar a llevarla hacia arriba con cuidado, Steven abrió los ojos, sorprendido.

—Lo siento. —Empezó a decir Perla.

—No te disculpes. —Le dijo.

Estaban demasiado cerca, más allá de lo que ella podía considerar prudente, los labios de Steven podrían haber rosado los suyos si se hubiera acercado un poco más, y sus rodillas estaban intercaladas, como si pretendiese sentarse en su regazo. Esos sentimientos no eran normales, pero Perla no conseguía reprimirlos por más que se esforzara en recordarse que no tenía lógica gustar de Steven, él no era Pink. 

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