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Cuando miro a Perla, le sonrió.

—Puede que no sepa que es carne hoy en día—Le dijo Greg mientras secaba un plato y la dejaba con los demás—.Pero siempre podemos hacer algo que lo haga feliz.

—Sí, eso suena lindo. —Admitió Perla.

Solo cuando la lluvia vespertina hubo terminado fueron libres de salir al exterior, Garnet y Greg visitarían el depósito de chatarra, una oportunidad de oro, según Amatista, que quería unirse, para poder buscar tesoros entre las torres de desperdicios metálicos.

Aquella idea vergonzosa, extraña, privada y sensual de encontrarse a solas con un afectado Steven, haciendo ella una vez más de enfermera, le resulto insoportable. Garnet estaba feliz de que pudiesen pasar un rato a solas, pensaban que Perla sería mucho mejor para intentar trazar un plan que hiciera que los dos tortolos volviesen a estar juntos. Amatista y Greg ya habían subido a la camioneta, y ambos se despedían con la mano mientras Garnet se encontraba todavía en la puerta.

— ¿Te encuentras bien? Te ves rara. —Le dijo Garnet.

—No, para nada. Diviértanse mucho. —Le animo Perla.

La gema no se movió, bajando ligeramente sus gafas con su dedo para dejar visible su tercer ojo, que la observaba con una ceja alzada.

—Cariño, creo que me conoces mejor que eso.

—"Oh, mierda". —Pensó Perla, apretando los puños pero sin perder su sonrisa.

— ¿Qué? No sé de qué...

—Te da miedo que Amatista traiga montones de suciedad y bichos a la casa—La gema de piel roja le palmeo los hombros—.Prometo que pondremos todo lo que pueda ponerse en bolsas y nada de autos chocados como la última vez.

Y dicho esto, abandono la estancia, cerrando la puerta detrás de sí.

Perla se dio vuelta para encontrar a Steven, continuaba sin camisa, con un brazo apoyado en la pared y sosteniendo una camisa sin lavar sobre su hombro, en un gesto que resultaba innecesariamente llamativo, sonriéndole.

— ¿Quieres ver una película?

—No puedo. Yo...tengo que ir a trotar. —Asevero.

— ¿Tu trotas?—Le pregunto Steven.

—Claro que troto. —Pasó junto a él y se dirigió al cesto.

Empezó a revolver las prendas que estaban dentro, sacándolas y colocándolas en el suelo. Steven se encontraba detrás de ella, y por alguna razón no se había movido de su lugar.

—Perla, tú...no tienes ropa. —Señalo el chico.

—"Oh, chispas".

Se concentró, su cuerpo se cubrió en luz clara, materializando unas zapatillas de correr de negro y celeste, un mono ajustado de color negro con el elástico de la cintura de color amarillo, y una franelilla corta que dejaba al descubierto su abdomen, de color celeste.

—Bueno, ahora si tengo...—Al girarse se encontró con la mirada de Steven, que tenía un leve rubor en sus mejillas. —Correr. Se me hace tarde.

—Deberías calentar—Le aconsejo el chico—.Te podría dar un calambre.

—Ya estoy caliente. —No se le ocurrió mirar a atrás y darse cuenta de la estupidez que acababa de decir. 

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