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Dentro estaba muy oscuro y olía un poco a café mezclado con galletas saladas. A través de unas falsas luces guía de color rosa, fueron guiados por el encargado hasta cinco botes con una débil película de agua en el fondo, y los únicos que tenía la atracción.

Connie y Steven tenían que quedar de últimos. Crema agria y el hijo del alcalde iban delante de Perla y Amatista, pero Rubí y Zafiro iban detrás de ellas. Incluso si la sólida oscuridad interrumpida por las ocasionales luces rosas, sería demasiado sospechoso girarse intentando aguar la fiesta de Connie y Steven.

Una vez la débil luz de la entrada quedo a atrás, Amatista en su forma de chica bonita se encogió un poco contra ella, y Perla no dudo en tomar su mano.

—Me agrada Connie—Aseguro la gema—.Yo...no quiero que sea mala con Steven y tengamos que darle de palos.

—Cielos, nadie va a darle de palos a nadie. —La tranquilizo Perla.

—Si. —Murmuro Amatista.

Podía entenderlo, Amatista había crecido para entender esos conceptos humanos, y tenía razón, Perla no había terminado de entender que si las cosas no resultaban bien, Connie solo continuaría sintiéndose incomoda con Steven. Las ocasiones donde estuviesen juntas serian cada vez más escazas, y pronto la chica ni siquiera querría estar cerca de ellas.

Y le dolería mucho que Connie hiciera eso.

—Oye—Amatista le roso la mejilla con los labios—.Todos...todos se están besando ahora ¿Verdad?

Era verdad, había demasiado silencio, toda risa había callado, todo chiste se había detenido abruptamente. Cerrar los ojos y abrirlos solo era diferente porque las luces estaban ahí, por lo demás, solo eran capaces de escuchar los leves roces de los cuerpos, las risitas nerviosas por la cercanía física y algún ocasional nombre.

¿Steven y Connie ya se les habrían unido?

— ¿Sabes?—Sintió la mano de Amatista en su espalda, deslizándose suavemente hasta el costado de su pierna—.Esta tan oscuro que...

—Quita tu mano de mi trasero. —Siseo Perla.

—Cielos, como le tienes miedo al éxito. —Gruño la gema, apartando su mano y cruzándose de brazos.

De todos modos estaba oscuro, se inclinó y la beso en los labios, aunque no hubo ningún sentimiento además de la sensación acelerada del nerviosismo en su estado más puro. Amatista se cubrió la boca con las manos, como una niña pequeña. 

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