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Su pulso temblaba cuando aproximo una esquina de la carta al fuego, hasta que finalmente el papel se tornó amarillento, luego de un café cada vez más presente y oscuro, para llegar finalmente al negro.

El trapo se prendió en unas débiles llamas alrededor de su mano, no llego a sentir el calor, pero aparto la prenda quemada a tiempo mientras el aroma chamuscado y apestoso de la mugre quemada sustituía el aroma de las hamburguesas.

Y aun así, disfrazando mucho mejor que la carne el aroma del papel quemado. Arrojo los restos de la carta dentro de la papelera, junto con el trapo. Steven se estaba sentando en el sofá a ver televisión mientras Perla se aproximaba al fregadero para lavar sus manos.

El chico le había dicho algo, se limitó a asentir, no se sentía capaz de decir nada. Perla corto dos papas para hacer papas fritas, adornándolas luego con varias gotas de salsa de tomate. Comieron en silencio, evitando mirarse, Steven por nerviosismo y Perla por el temor de encontrar su propio rostro en los ojos de su compañero. En algún momento Steven le toco la mejilla y le dijo que todo saldría bien.

Lo decía con tanta confianza que hasta daban ganas de creerle.

Un momento después se encontraban recostados juntos en el sofá, mientras Perla le peinaba suavemente el cabello con sus dedos, y el chico cabecea con cada vez más insistencia en su pecho.

—Vaya—Murmuro, poniéndose de pie con aire somnoliento—.Me siento como un saco de papas.

Lo miro subir a dormir, preguntándose donde demonios se metía todo el mundo en ese tipo de situaciones ¿Lo harían adrede acaso? ¿Escucharían detrás de las puertas y mirarían por entre los arbustos? No era normal tanto descaro e impuntualidad.

Pero lo acompaño, subió y se recostó a su lado, el chico estaba ya demasiado cansado como para desvestirse apropiadamente. Le quito los calcetines y la camisa, dejándolo solo con los pantalones puestos mientras le cubría con las frescas hasta el cuello. Steven sonrió, y aunque abrió los ojos, se limitó a sonreírle antes de girarse para continuar durmiendo.

Salió de la cama y se dirigió hacia la cocina, la papelera se encontraba llena hasta la mitad de una mezcla más parecida al abono, con algunas servilletas manchadas de pizza, cascaras de papa y demás restos apestosos. La carta se encontraba por encima de todo eso, bordeada de gruesas cenizas, junto con el trapo quemado. Aún quedaba demasiado de la carta como para dejarlo así, Steven podría leerla por accidente si sacaba la basura.

En una situación normal jamás la habría tocado, estaba sucia y manchada; la recogió. Encendió uno de los quemadores y la deslizo varias veces por encima de la llama. Mientras el sobre ardía, la carta resbalo y cayó sobre las llamas.

"Lo siento, quiero volver a intentarlo ¿Lo sientes tú?"

El papel fue consumido y las letras se desvanecieron.

Había pensado que nunca volvería a enamorarse, aunque no era un pensamiento egoísta o rencoroso, lo había aceptado así, había creído que el amor no era para ella, que estaba bien sin sentir todas esas cosas que en esos momentos Steven estaba haciendo florecer tanto en su pecho como en su cabeza, nublando y opacando cualquier pensamiento racional. Estaba enloqueciendo de amor por él.

—"Lo amo"—Comprendió, ya no tenía tanto miedo como antes, era liberador pensarlo—."Estoy enamorada de Steven".

Y mientras se desvestía y se cubría a su vez con las sabanas para rodearlo con sus brazos, se dio cuenta de que no quería que eso terminara. Ella amaba a Steven, y Steven la amaba, eso tendría que bastar.

No dejaría que nadie se interpusiera.

FIN 

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