•One-Shot's | Superfamilly💫

[038]

Volvamos un poco al pasado. En este entonces Peter tenía siete años, Morgan aún no llegaba y Wade no se había ido. El castañito y el rubio estaban en la pieza del primer nombrado, Tony había accedido para que el rubio lo visitará para así pasar tiempo juntos como los buenos amigos que son. Steve les había preparado un par de tostadas untadas con nutella y dos tazas de té. Eran las cinco de la tarde y claramente tenían que merendar.

Las tazas vacías y el plato con algunas migas de pan. Wade sentado en la cama del pequeño, y este parado frente suyo, hablando de algo... Entretenido para ambos.

—Yo estaba ahí, preparado para atacar.— Contaba Peter, creando una especie de arma con sus dedos, apuntando al suelo y mirando al rubio.— Iba a disparar pero veo que ya no estaba en dónde lo había visto. Giré mi cuerpo— Dice haciendo la acción ya dicha. Era como una especie de teatro en vivo para el rubio. Contando su sueño mientras repetía las escenas que contaba.—, y ahí estaba; aquella araña mutante roja y azul, mirándome con sus grandes ocho ojos rojos. Apunté mi arma hasta su rostro— Levanta su mano, apuntando alto.—, y disparé.— Dejó suspenso, quedándose callado.

—¿Luego que pasó?— Pregunta impaciente y emocionado a la vez Wade.

—Disparé y... ¡Pum!— Grita lo último, tirandose al piso con la vista al techo y sus brazos estirados.— La araña explotó, me sacó volando y me desperté del susto.— Finaliza, girando su cabeza para mirar al rubio.

—Wow...— Exclama, acercando un vaso de jugo de naranja a sus labios para tomar del líquido.— ¿Quieres saber lo que soñé?

—Si.— Asiente, posicionandose con su pancita en el suelo, sus brazos doblados y su menton en las palmas de sus manos, mirando a su amigo.

—Soñé que éramos grandes, hace mucho que no nos veíamos y apareci en tu casa para tu cumple número quince. No lo entendí muy bien, pero se que luego te bese.— Finaliza encogiéndose de hombros.

Peter se queda un rato en silencio.

—Pff, es un sueño aburrido. El mío es mejor.— Arruga su nariz y saca su lengua haciéndole burla a su amigo. Este repite el acto.

El castaño se para y de un salto ya estaba arriba de su amigo, abrazándolo y tumbandolo en la cama, quedando arriba de el mientras tiraba risitas.

Peter se separó un poco del abrazo, con una tierna sonrisa miraba el rostro de su amigo. Wade hacia lo mismo.

—¿Puedo besar tus cachetitos? Se ven muy... Suaves y lindos.— Chilla el rubio. Peter ríe y asiente con la cabeza.

—Si.— Contesta.

El castaño se sienta y Wade se sienta al lado suyo. Se acerca al rostro lleno de pecas del menor y le planta cortos besitos por toda la mejilla sonrosada de su amigo. Peter tira risitas.

—Te quiero mucho, Wade.— Dice el castaño, abrazando a su amigo. El nombrado sonríe.

—Yo igual, Peter.— Susurra, correspondiendo al abrazo.

°

Pasaron ocho años desde ese día y Wade lo recordaba perfectamente. Lo recordaba como si fuera ayer. A veces cuando el insomnio le ganaba por las noches, se ponía a recordar ese día. Tenía mucho alboroto en su cabeza, cada cosa pasaba día a día en su vida, muchos problemas, a veces se perdía en el alcohol... Wade era una persona con una vida alborotada, un desastre, y de pura suerte podía acordarse el nombre de su amiga Vanessa y de su amigo el... ¿Cómo se llamaba? Ese rubio de la barra y su otro amigo del taxi.

—En realidad si se sus nombres. Solo que la escritora no se acuerda cómo se llaman y me hace quedar mal a mi.— Se queja el rubio, quien estaba acostado en la cama mirando al techo, con los brazos cruzados.

Bien, como decía. A pesar del lío de la vida del rubio, siempre, casi siempre en algunas noches, recordaba ese día. No se acordaba el nombre de su amiguito de la infancia, no se acordaba de los padres y ni se acordaba si iban a la misma escuela o no. Lo único que recordaba era esa escena. Y en muy pocas veces en su mente divagaba un recuerdo de hace ocho años en dónde se besaba con alguien. Nada más que eso.

Hay que admitir que a veces tenía ganas de volver a verlo, quería hablarle después de tanto tiempo. Pero al despertar y volver a su vida alborotada de siempre; ese pensamiento desaparecía por el día.

Por las noches culpa del insomnio las personas piensan demasiado.