¿Anillos? No, muy evidente. ¿Pulseras? No las usaría ni aunque se lo rogara por horas y pasaría lo mismo para las gorras, jamás se la pondría cuando él mismo lo hiciera. Los collares tampoco sonaban como una buena idea en ese momento. Su mente estaba llena de duda, de mucha duda, porque lo conocía muy bien. Y, justamente por ese conocimiento de causa, debía encontrar un regalo que fuera lo más sutil, lo más delicado y lo más acertado. Necesitaba algo que gritara: ¡somos una pareja! Pero, al mismo tiempo, que pudiera ser usado y pasar desapercibido en el día a día. Lo último que deseaba era que alguien preguntara: ¿eso es de pareja? Estaba seguro que una impertinencia de ese tipo le podía fastidiar mucho. No, estaba seguro de que le iba a fastidiar.
Con un historial de cuatro años de noviazgo y algunos fracasos con sorpresas previas, no debía ser tan difícil encontrar el regalo perfecto para la ocasión, en general las cosas terminaban bien siempre de una y otra manera cuando se trataba de su novio. Debía ser positivo porque sí podía hacerlo. Kyungsoo era el amor de su vida, era la persona a la que estaba dispuesto a amar sin condiciones y que esperaría los casi dos largos años que le tomaría a su pareja terminar el servicio militar. Pero, ¿por qué era tan difícil hacerle un regalo? Se supone que debía resultar natural, ¿no?
Kyungsoo y él tenían una relación armoniosa, se complementaban, eran increíblemente felices nadie podía negarlo, pero Jongin sufría cada vez que quería tener un detalle muy especial con él. Si se trataba de algo cotidiano como esforzarse en cocinar, darle un cumplido, comprar su comida favorita, comerlo a besos o elegir una prenda de vestir, todo era muy fácil. Hasta que llegaba en momento de darle un regalo. Si se lo preguntaba, normalmente la respuesta de su novio era que no quería nada, que no era necesario o que se conformaría con cualquier cosa. Ya había gastado toda su imaginación en ropa, marcos para sus lentes, accesorios, utensilios para cocina, libros y hasta un celular nuevo. Todo fue recibido con encanto y Kyungsoo le agradecía con una hermosa sonrisa de corazón y un beso. Pero hasta la fecha, ninguno de sus regalos decía: ¡somos una pareja! Y eso es lo que Jongin quería para la ocasión. Algo que le recordara a su persona especial, por el tiempo que iba a estar fuera, que él lo estaba esperando. Que era él quien lo dejaría irse y quien lo recibiría con los brazos abiertos. Que era la persona que estaría contando los días para verlo durante sus permisos. Que era él quien lo extrañaría y quien dormiría solo en la cama que se supone que era para los dos. ¿Cómo se podía decir eso con un objeto?
Jongin deseaba con todas sus fuerzas que Kyungsoo, con quien ya había estado viviendo desde hace un año, pudiera pensar en él cada día también. Debía encontrar algo que pudiera usar y ver y, cuando lo hiciera, que lo recordara con amor y que le hiciera sonreír dándose cuenta que lo extrañaba también. Necesitaba ese tipo de regalo. Tenía que ser algo útil, necesario, interesante y sin dejar de ser romántico, que no fuera cursi o ridículo. Algo que tuviera un significado profundo, pero nada exagerado, ostentoso o que pudiera estorbar. Se rompía la cabeza, pero nada ingenioso llegaba a su mente.
Así fue como Jongin decidió ir al centro comercial. Tal vez, si se paseaba por ahí, tomaba un helado, veía a otras parejas y tenía muchas opciones a su alrededor, sería más fácil escoger algo que valiera la pena. Kyungsoo no volvería hasta la tarde, en su trabajo le iban a hacer una despedida y, además, le aseguraban que lo recibirían de vuelta después de los dieciocho meses de su servicio, porque era un empleado formidable que todos querían y que tenía mucho futuro. Jongin estaba tan increíblemente orgulloso de él. Kyungsoo lo merecía todo. Tomó las llaves y salió, necesitaba regresar con el regalo perfecto.
***
Dos horas de caminata, un helado, pollo frito y unos zapatos nuevos después, Jongin empezaba a rendirse. Ninguna de las ideas que se le venían a la cabeza le convencían. Todas tenían un pero. Nada cumplía con las características o los requisitos para que fueran el regalo de despedida ideal que quería entregarle a su novio y eso le frustraba. Intentó de todo, incluso le preguntó a varias encargadas de las tiendas que le recomendaran cosas, pero nada parecía adecuado. Nada de nada. Su cerebro estaba seco, las ideas se le habían escapado como la oportunidad de sorprender a Kyungsoo. Eso ya había quedado en el pasado, era historia. Moriría solo y abandonado porque con lo inteligente y maravilloso que su Dodo era, encontraría a alguien que fuera capaz de escoger un regalo sin comprarse cosas a sí mismo. ¿Acaso estaba de paseo de placer?
Su pose dramática hizo reír a los niños que lo habían estado observando hablar solo, sentado al lado de una fuente de agua que hacía formas divertidas con luces de colores. Las voces infantiles alertaron a Jongin, que se emocionó al ver tantas caritas adorables. Se unió a los pequeños y les contó su triste historia. Había una persona que él quería mucho y que se iba ir lejos por un tiempo. No iban a dejar de quererse, pero iban a estar separados y para los adultos eso era muy difícil. Quería darle un regalo especial, pero nada parecía ser lo suficientemente bueno o significativo. Por eso estaba triste. Los niños se mostraron empáticos con él y decidieron ayudarlo.
–Puedes darle una foto tuya en un marco y puede tenerla en ese lugar lejano– opinó la niña y Kai pensó que tal vez, no tenía que ser necesariamente algo comprado, sino algo sentido. Le pareció una buena idea, aunque no podría darle una foto de él mismo enmarcada, Kyungsoo la guardaría en su cajón, porque no iba a querer preguntas. Además, ya tenían fotos suyas por toda la casa, no era especial.
–Puedes darle una tarjeta, de esas que suenan cuando las abres– aconsejó otra pequeña y Jongin sonrió. Imaginó la cara de desagrado de su novio si le daba una de esas cosas horrorosas, pero agradeció por la idea.
–Un reloj, de esos que te dicen la hora en voz alta. Yo quiero uno– intervino el último. Era un niño con mirada intensa, inteligente, algo que se podía notar. –Además, si lo sincronizan, ambos tendrán la misma hora. Un reloj se va a todas partes.
Kim Jongin estaba impresionado. Era la mejor idea que podía haber. Era algo útil que no llamaba la atención, pero que gritaba: ¡somos una pareja! ¡Tenemos relojes de pareja! Agradecido por todas las buenas ideas y les dejó la bolsa de dulces que había comprado para que todos compartieran. Tomó sus pertenencias, se puso de pie y se despidió alegremente con la mano. Tenía poco tiempo para escoger.
***
–¿Un regalo de despedida?– Kyungsoo estaba recostado en la cama leyendo un libro, mientras Jongin estaba acomodado contra él, acariciando sus piernas y besándolo de tanto en tanto.
–Yo no diría de despedida, suena algo trágico. Podremos hablar siempre que tus horarios nos dejen y nos veremos en tus descansos. Será difícil, pero no imposible.
–No debiste comprarme nada– Kyungsoo dejó sus gruesos lentes y su libro a un lado y recibió entre sus brazos a un entusiasmado novio que quería amor. Se besaron por un largo rato mientras se revolcaban sobre la cama, jugueteando.
–Te voy a extrañar tanto– susurró el mayor de los dos y Jongin se sonrojó.
–¿Sabes?– preguntó sacando la caja sin que su pareja se diera cuenta. –Me gustaría que podamos compartir más tiempo. Sé que no podemos estar juntos en cada momento, así que me gustaría encontrar la forma de sincronizar nuestros días. Cada quien en sus actividades, pero siempre pensando en el otro.
–Eso es muy bonito, Jongin– lo elogió Kyungsoo regalándole una sonrisa sincera. El chico tomó la blanca muñeca y colocó el reloj negro en ella y luego se colocó y le mostró el suyo.
–Tu partida se acerca, pero intento pensar que regresarás para nuestros cumpleaños. Lo estuve meditando y creí que sería lindo que tuviéramos algo de pareja. Pero, ya sabes, algo muy sutil y también práctico.
Kyungsoo no dijo nada. Se quedó por un largo rato mirando los segundos pasar y, después de unos largos minutos, se acercó para atrapar el labio inferior de Jongin con los dientes. El muchacho correspondió el acalorado beso con entusiasmo y terminaron de nuevo recostados sobre el colchón, recordándose mutuamente las razones por las que se adoraban tanto.
–Sabes que pensaré en ti cada vez que lo vea, ¿verdad?
–¿Lo harás?
–Claro que sí, bobo. Lo haré de todas formas, pero esto me recordará este momento cada vez que alguien me pregunte por la hora.
–Bueno, espero entonces que esos militares te pregunten todos los días y a cada instante por la hora.
***
¡Feliz año nuevo a todos y un feliz Kaisoo Fest 2021 también!
Quiero agradecerle especialmente a @UnicornGened por el enorme esfuerzo que hizo al organizar este gran proyecto y juntar a tantas escritoras talentosas que tuve el placer de conocer.
¡Disfruten del Fest, lean mucho y denle amor al Kaisoo!
Les ama,
Ranamai <3
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Una difícil búsqueda || KaiSoo Fest 2021
FanfictionJongin necesita encontrar el regalo perfecto. Debe ser útil, no puede ser cursi, ridículo o exagerado. No importa cuánto lo intenta, nada parece ser lo suficientemente bueno para la ocasión. Con el tiempo en su contra, nada parece ser lo adecuado. ...