El Chullachaqui

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Hace muchos años una familia del norte fue a visitar a la abuela materna del hogar a un lugar de la selva peruana llamado Uchiza en San Martín.

El tiempo pasó y toda la familia comenzó a hacer amigos y entre más confianza tenían más les contaban del lugar. Tenemos un guardián aquí en el bosque, comentaban los vecinos. La familia había crecido con sus propias tradiciones por lo que guardaba mucho respeto a los llamados guardianes pero no pusieron mucha importancia a la historias.

Una noche de fiesta, todos estaban celebrando, cantando y bailando. La familia más nueva también se unió a la diversión y como es de costumbre mientras los padres bailan y se divierten, los niños tienen su propia diversión.

Los hijos de esta familia se encontraban jugando por los alrededores con otros niños, comenzaron a alejarse de sus padres en cada juego que comenzaban hasta llegar muy cerca del bosque.

Todos los niños comenzaron un juego muy conocido por todos, las escondidas. Todos corrieron a esconderse y dejaron a la hija mayor de este matrimonio con la tarea de buscar al resto.

La jovencita de 10 años comenzó la búsqueda, pero en medio de su esfuerzo por encontrar a sus compañeros se topó con la última hija de sus vecinos. La pequeña niña solo tenía 5 años pero se encontraba muy calma aunque lo único que iluminaba esa noche era la gran luna llena en el cielo.

Esta niña no hacía más que sonreírle y llamar hasta donde ella se encontraba. La joven comenzó a tener miedo y gritarle que no podía que mejor venga ella. En ese momento la niña que se encontraba cerca del bosque comenzó a correr para dentro de él y la joven solo pensó en salvarla e ir por ella, talvez se asustó y ahora se perderá en bosque, pensó.

Cuando la joven comenzó a acercarse vio en el piso las huellas de la niña, una de un pie humano pequeño y la otra de un gallo. Fue en eso momento que comenzó a pedir ayuda, se asustó tanto que hasta sus amigos fueron a ayudarla.

Al contarle la historia a todos en la fiesta y ver que la hija de la vecina estaba dormida en una sillas y que según su madre nunca se movió de ahí, un escalofrío recorrió toda su espalda.

Es el Chullachaqui dijeron unos, solo quería jugar, pero otros decían que el Chullachaqui no los llevaba para jugar sino que los llevaba como alimento, que es un duende que cuida la selva pero no para que los nativos vivan felices en ella sino para qué él pueda tener paz.

Advierten hasta hoy que si caminan en la selva peruana y un amigo o familiar te llama, mires primero las huellas, recuerda que el Chullachaqui odia a los extraños.

Mi mágico Perú - La selva peruanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora