••
Asuto se sentía terriblemente mal, y no por haberlo hecho con Kirina, que la verdad se sintió muy bien, demasiado bien.
Sino por qué aquello todo era por un plan, un maldito plan que había aceptado y del cual ahora se arrepentía. Golpe la pared de la habitación asustando a su madre quien lanzó un grito desde las escaleras.
Dio una gran bocaza de aire de después de responder a su madre que solo se le cayó algo. Dio vueltas al rededor del sitió pensando en aquello.
Un día tranquilo de escuela hasta que su vista fue cubierta por una manta y llevado como costal de papas por el pasillo, está más que claro que pataleo recibiendo una respuesta seca del tipo que solo fueron palabras cortas.
En la azote, su novia, un grupo de chicas lideradas por Aoi y la directora como algunos otros chicos se encontraban.
—Inamori Asuto... –se acercó la despampanante mujer sin pena al chico dejando ver parte de su pecho por aquel provocador escote —¿cómo estás? –le acarició la mejilla, o era lo que pensaba hacer hasta que el chico retrocedió y desvió la mirada a lo que ella río.
—Yo estoy bien... –respondió —¿necesita algo? –miro a la chica quien asintió, negó ¿acaso su novia le decía que podía...?
—Asuto... –llamó dulce Natsumi atrayéndolo a sus pechos en un abrazo —sabes que la escuela se está saliendo de control, y tú eres de los chicos más admirables que hay aquí...
—Demonios... –gruño, la puerta se abrió, al parecer en lo que él estaba en sus recuerdos, su madre le había estado llamado varias veces, preocupada subió a saber si estaba todo bien –mamá...
—Asuto... ¿está todo bien? –se adentró a la habitación tomando lugar en la cama a un lado del chico —¿sucede algo?
Medito escasos segundos —mamá...
•
Alguien más que no estaba mejor con aquel asunto era Hikaru, el chico merodeaba por el parque con la vista baja chocando con algunas personas hasta que entre esas se topó con quien menos esperaba.
—Está bien si no querías venir –cuando Kyousuke hablaba, la piel se le erizaba por completo y un escalofrío le recorría la espalda.
—¡N-no, no es eso!
—No tienes por qué gritar.
—¡Lo siento!
Suspiro, primero se la pasa siguiéndole por todos lados, estando lo más cerca de él con una sonrisa, dandole regalos o comprando lo que este este estaría por comprar por él —oye...
—¡S-si!
Rodó los ojos —¿que es lo que tramas?
Aquello saco al chico de raya haciendole parpadear y verle curioso —¿como que...? ¡...! –chilló por el acto de ser tomado por las muñecas tumbado en el pasto y ser montado por Kyousuke —K-Kyou-usuke...
El Lyncan sintió a algunas Mellifer de la escuela cerca de donde estaban, se acercó más al chico —¿que están tramando? No creas que desde el primer día no me percaté del aroma que cargas de esas perras...
•
Hakuryuu se mantenía el mayor tiempo posible con el Dracon quien se había enfermado, algo raro en este pero que ahora le había durado más.
—Shuu... –musitó apretando un poco el agarre de este.
De Tenma no se supo más, de hecho este como la chica se habían cambiado de escuela, un acto cobarde por parte del chico.
La puerta se abrió dejando ver a Ibuki, Haku frunció el ceño al verle, pero nada más. El chico entro y tomó lugar a un lado del otro observando al moreno —esto pasa cuando... les rompen el corazón...
Más que una pregunta para el bicolor, fue una afirmación para el mismo, darse a entender que para los hombres híbridos no es un juego el amor.
—Yukimura sintió esto –habló Hakuryuu —cuando es mutuo y verdadero ambos sufren.
—Entonces... –quería pensar que Tenma igual estaba sufriendo, que solo era un error del chico y que volvería a darse cuenta de que en verdad su amor por Shuu era más fuerte.
—Tenma no sufre si es lo que piensas, Ibuki.
—¿Cómo puedes estar seguro de ello?
—Simple...
•
Era normal ya que Shuuya pasara por Kyousuke a casa de este para llevarlo a la escuela y traerlo de regreso, el mayor salía temprano de casa y llegaba tarde del institutos, así que por ello no había tanto problema.
—Las cosas no están bien en la escuela –habló bajando el volumen a la música de la radio.
—¿Tú crees?
—Deberías parar todo esto.
Frunció el ceño al verle –¿disculpa?
—No, no lo dije bien...
—Creo que lo dijiste bastante bien, profesor Goenji.
—Kyousuke... escucha –el semáforo en rojo le permitió tomar el mentón ajeno a que le viera —no quiero que termines lastimado.
Había sinceridad en sus ojos. Tsurugi no desaprovechó y le beso antes de que la luz cambiara.