Capítulo 11: Legermencia

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- Siento interrumpir tu lectura- Dije clavando mi mirada en ella, estaba en pijama, el cual consistía en una sudadera que la protegía del frío y un pequeño short, que dejaba ver sus hermosas piernas, las cuales no pude evitar mirar más rato del que me gustaría admitir.

- Nunca molestas Harry- Se hizo a un lado- Ven, siéntate a mi lado - Dijo haciéndome hueco en la manta.

Sentía como el aire comenzaba a faltarme y como mis músculos se tensaban, como mis dedos se movían inconscientemente buscando la cercanía de los de ella, y como ella respondía al agarre. Ella me cogía como si tuviera miedo, como si el contacto le quemara.

Adivinando mis pensamientos ella me sonrió, de una manera diferente, con una mirada penetrante, estaba temblando, ¿Estaría asustada? Aun podía sentir su mano, tibia, pequeña al lado de la mia. El ambiente se sentía diferente, la tensión que provocaba ejercía su fuerza magnética, obligándonos a acortar el poco espacio que quedaba entre nosotros.

- Hermione, ¿Tienes frío? - Dije acariciándole las manos

- Un poco, pero se siente bien que estés aquí - Eso acelero una parte de mí. Volteo para afrontar mi cara, que imaginaba que a esta altura estaría más que sonrojada.

- Harry, estoy asustada, ¿Qué estamos haciendo? - La pregunta cayó como una jarra de agua fría

- No lo sé Hermione, solo sé que estoy bien cuando estamos así, y que cada día quiero más.

- Somos mejores amigos, éramos como hermanos - Dijo nerviosa. Parecía que a ninguno de los dos le gustaba el camino que estaba cogiendo la conversación.

- Éramos. Tú lo has dicho. Yo no te veo como una hermana, ya no más. Pero lo importante es, ¿Qué quieres tu Hermione? - Se separó de mí, aparto lentamente la mano de la mia. 

Silencio.

- Lo siento, hagamos como que no he dicho nada. - Me voy a ir a la cama.

Me sentía avergonzado y humillado. Me había abierto a ella, había confiado en que era posible. Una parte de mi sabia que era injusto, debía respetar su decisión pero simplemente me sentía demasiado herido.


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- ¡Legermencia!

Dumbledor había obligado al profesor Snape a impartirme clases de Oclumancia para poder cerrar ese vínculo que tenía con Voldemort. Las clases eran tediosas y agotadoras, tanto física como emocionalmente. Y ese hombre solo me hacía sentir como un completo inútil y estúpido.

- ¡Venga Potter! ¡Deja de ser un vago! Eres igual que tu padre - Dijo con un tono despótico- ¡Legermencia!

De repente un mar de imágenes me inundaron: los Dursley, la primera vez que fui en escoba, Sirius, Hermione jugando con mi patronus, Cuando Hermione soltó mi mano... Simplemente dolía demasiado

- ¡Eso es personal! - Dije apoyando mis manos en el suelo frío del despacho de Snape.

- ¡No hay nada personal para mí! Y menos para el señor oscuro. Tus emociones te traicionan. Sabes que va a usar cualquier cosa que encuentre en tu contra.

- ¡Lo intento! - A este punto estaba llorando, me sentía saturado, estaba cansado de esforzarme, cansado de ser el elegido, cansado de sentirme solo.

A este punto Snape suspiro y cogió aire, e hico todo el esfuerzo para dejar de gritarme.

- Escuche señor Potter. Esto es mucho más grande de lo que cree, hay vidas en peligro. Que aprenda oclumancia es imperativo. No sé que vi en sus recuerdos, pero parece que la señorita Granger es importante para usted. Procure que el señor tenebroso no lo descubra.

Se me heló la sangre. No pensé en el peligro al que exponía a Hermione, debía protegerla, debía alejarla de mí.

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¿Os gustaria saber oclumancia?

¡Cien centellas! Eres Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora