Cuando lo vió, cuando porfin lo vió surgir del marco de la puerta algo aleteo en su pecho, la sensación de verlo otra vez. Pensó que quizá tendría algo de recelo, pero no fue así. Sintió una especie de paz el verlo bien.Camino hacia ella, noto su indiferencia, pero estaba bien, no esperaba menos..
—Clyde.—lo saludo desde el otro lado de la barra. Y su mirada indiferente le dijo todo, le dijo que se fuera, que se alejara de el para siempre.
Se paró mirándola serio.
Mirándola.
Mirándola.
—¿Que haces aquí?. —fue lo que dijo, en un tono tan cortante.
No había oído su voz en tantos años, esa voz tan profunda. Una voz que, en algún momento le hacía que las piernas le temblaran. ¿Aún?.
—Hola.—se limitó a decir.
Su mirada era baja, la miro de nuevo sin ninguna expresión.
Pasaron unos segundos, pero para Rey parecían horas.
Silencio.
Eco.
Dolor.
—¿Como éstas?. —Ella fue la primera en tomar la iniciativa en este silencio incómodo.
El regalo una media sonrisa burlona, después la miro.
—¿Y tuviste que venir desde Nueva York hasta aquí sólo para saber si estoy bien?.—se cruzó de brazos mirándola.
Hacía tanto tiempo que no lo había visto. Este Clyde era diferente. Más alto, el cuerpo mucho más grande y atlético, sumando la pequeña barba. No se comparaba con el muchacho alto y pálido de antes. Aunque aún tenía esos lunares esparcidos por ahí. Ama eso de el.
Este Clyde la miro desafiante y con burla.
—No exactamente. —dijo después de unos segundos. —venía a.
¿A que venía? A pedirle el divorcio. Y de repente se topo con todo esto, todo era un huracán, un torbellino que la levantaba del asiento.
—Mira Rey, estoy ocupado. —siguió mirando el bar. —te molesto, pero hay gente que se gana el pan cada día. —acomodó algunas cosas de debajo de la barra.
Rey no sabía que decir, de pronto todo lo que quería decir se fue. Se quedó sin voz.
—Lo se, es solo que.. —de nuevo no tenía el valor. —quería conversar contigo, sobre.
—Ahora estoy ocupado, si quieres saber sobre mí preguntale a Earl. —dijo caminando en dirección contraria.
—¡Oye!.—grito Rey.
De pronto las miradas curiosiosas ya no eran tan discretas. Todos miraron hacía el pequeño espectáculo de la barra.
Clyde no era muy social, miro a los clientes y les regalo una sonrisa serena, para luego mirar a Rey.
—Rey, de verdad estoy ocupado aquí. —le sonrió de mala gana.
Ella trago en seco. Que estúpida. Pensó estúpidamente que el vendría a ella, y que ella iría a el. Por el amor de Dios habían pasado años.
—Está bien, entiendo que estés molestó.
El la miro esta vez, pero su semblante cambio.
—¿Molesto?. —regreso a ese tono.
—Sí, —dijo firme. —y lo entiendo, pero quisiera hablar contigo. En privado. —suspiro. Sintiendo las miradas.
El solo suspiro. Tampoco podía negarse a hacerlo.
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Dos Bodas Y Un Divorcio
RomantizmRey Jones lo tiene todo, un grandioso trabajo como decorado de interiores, teniendo su propia sección en Vogue, la famosa revista de alta moda, tiene un fabuloso departamento en la quinta Avenida y después de todo eso, un novio maravillosamente perf...