VI.

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Las personas se rompen.

Sin hacer falta otras, ni por amor, ni por una muerte, ni por demás razones.

Simplemente se rompen.

Porque llevan demasiado peso a sus espaldas, o porque el injusto destino decidió que les tocaba una mente rota.

Se rompen, nos rompemos, y no hace falta nadie más para ello.

No lo entendéis, o quizás tu seas uno de nosotros, no lo entendéis.

No sois capaces de ver que cuanto más amplia es la sonrisa de ese día más suicidas. No entendéis que no soy borde, que estoy en ruinas. Que la risa se fue y no va a volver. Que los nudillos rojos no son por el frío. Ni los moratones por caídas, si no por recaídas.

A todos nosotros, los rotos, nos da por algo; unos por los cortes, otros por el no a la comida, por el autodestruirse, por los ataques de ansiedad o las pastillas, por la droga que te alivia.

Pero todos tenemos algo en común, somos suicidas.

Lo somos y ninguno os dais ni cuenta, demasiado enfrascados en vuestros mundo de indolencia.

Y tú, me preguntas que porque no te cuento nada,

Si me conocieras lo más mínimo sabrías que algo pasaba.

~

Las personas se rompen.

De un momento a otro, quizás el dolor producido por amor ayuda- o no- y es que estamos hechas para rompernos.

De un momento a otro el brillo de sus ojos se apaga, sustituido en un principio por lágrimas. Se cambian las risas por malas caras. La felicidad por la ruina, por la tendencia suicida.

Y se rompen, sin motivo aparente, al dejar definitivamente atrás la niñez.

Se rompen en mil pedazos.

Irreparables.

Incomprensibles.

Irrevocable,

Involuntariamente muertos.

En vida muertos.

Hasta llegar el extemo de la tan deseada muerte voluntaria.

Y ahora preguntate, ¿te has ahogado en tu cuarto? ¿Has sacado de un sacapuntas la cuchilla? ¿Has notado tu incapacidad para amar a una de esas personas vivas que se hacen llamar? ¿Has soportado durante un día las lágrimas en lo más externo de tu lagrimal? ¿Has sentido pitar tus oidos al caerte? ¿Has sido tentado por el terror que te acerca hacia la ventana? ¿Has perdido la fuerza, las ganas o la vida? ¿Has visto en aumento el negro de tus ojeras? ¿Has vomitado al verte? ¿Has practicado sonrisas frente al espejo? ¿Has sido consciente de ese cambio de repente? ¿Te han golpeado tus costillas?¿No has querido ni verte? ¿Has luchado por quererte? ¿Has caído en el pozo de la vida en la muerte? ¿Acaso has sentido que ya no sientes? No.

Pues no te atrevas a decir que nos entiendes.

Si en un puñado de palabras reflejando una milésima del dolor de cada uno de nuestros días no has visto el ardor en tus muñecas de suicida.

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