CAPÍTULO 7 - "El que se enamora pierde"

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Caminaba distraída hacia mi próxima clase. Simplemente estás últimas semanas he ido de un lado otro flotando en lugar de caminar.

Estaba completamente en las nubes.

Y el cosquilleo en mi estómago me hacía sentir extasiada. Cuando lo veía, mi intestino se movía como cuando se consume algo en mal estado y tú cuerpo trata de deshacerse de él, pero no me sentía enferma, todo lo contrario, la sensación era totalmente placentera.

Tiraron de mi brazo haciéndome perder la estabilidad, no caí al suelo pero mi espalda chocó contra una pared, mi cuerpo fue presionado por otro y mis labios fueron capturados en abrasador beso.

Mi cuerpo recibió encantado la invasión y el contacto de Diego. Sentía calor, mucho calor y sin embargo quería obtener todo de él, lo necesitaba más cerca aunque eso me derritiera.

Cada beso, cada caricia de él me volvía desquiciada. Podía compararme con un adicto porque ahora no podía alejarme de mi droga personal, a pesar de que sabía los efectos dañinos a largo plazo.

– He esperado por esto todo el día. – Me derretía, sus palabras me derretían.

Dejé que sus labios vagaran por mi cuello a mi hombro quemando mi piel a su paso. Me tomó un momento darme cuenta que nos encontrábamos en un baño de chicas y no había nadie más.  –  ¿Cómo lograste que estuviera vacío?

– Solo me paré en la entrada y cuando alguien quería usarlo me encargué de que se enterará que una tubería estaba rota y era un desastre.

Sonreí por su ingenio. – ¿Y no se sorprendieron de que tú supieras eso y no algún encargado?

– Bueno, hubo unas cuantas que preguntaron eso y les dije que el portero me pidió que me quedara aquí mientras corría por el plomero. – entrelazó nuestros dedos y logró colocar mis manos a cada lado de mi cara. – Luego esperé que te aproximarás y te atraje aquí. Cerré con llave así que nadie nos interrumpirá.

– Lástimas que tengamos que irnos. – Ya de por sí llegaríamos tarde a clases.

– ¿No quieres quedarte aquí? – Con sus dientes atrapó mi labio inferior, un dulce dolor me envolvió haciéndome gemir.

Tomó todo de mí no rendirme ante sus peticiones. Pero tenía que ser responsable.

Otra mordida más y me odiaba por ser responsable. – Quisiera pero no. Es mejor que nos vayamos.

 – Vale. – Bufó. Se apartó de mí para abrir la puerta. Esperaba un beso de despedida pero estaba sucediendo algo a lo que aún no me acostumbraba.

Cuando estábamos besándonos, acariciándonos o cualquiera de ese tipo de situaciones todo era gloriosamente perfecto. Me sentía en el mismísimo cielo y al mismo tiempo ardía como el infierno.

Pero cuando ese momento terminaba, volvíamos a ser un par de conocidos.

Ni siquiera volvíamos a ser los mismos amigos de siempre… Sentía que esta relación iba consumiendo la amistad que teníamos.

Tal vez era paranoica.

Tal vez era yo quién quería más y al no tenerlo pensaba que todo era diferente.

Como ahora… Hace un momento nuestros labios buscaban los del otro y ahora, mientras lo veo abrir la puerta para que yo pueda irme, solo veo su mirada seria y aburrida, como si no le importara lo que acababa de pasar.

Odiaba esto.

Odiaba no poder tener más y odiaba que no podamos ser los mismos.

Llegué a mi clase preparada para dar una buena excusa por mi tardanza, pero no había llegado nuestro profesor. Me senté en mi lugar habitual.

Un segundo antes y uno después de conocerte..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora