CJ se despertó en la que ahora era su habitación. El día que llegó a la casa revisó los cajones de los muebles y encontró un poco de ropa, y aunque todo le quedaba grande, le servían como pijama. Se vistió y cuando estaba buscando sus zapatillas alguien tocó la puerta. En un intento por salir de debajo de la cama se golpeó la cabeza produciendo un estruendoso ruido.
–¡Auch!... Hijo de... –volvieron a tocar la puerta– ¡Un segundo!
Tomó las zapatillas y se las puso en menos de cinco segundos; rompió su récord personal. Del otro lado de la puerta se encontraba Fede.
– El desayuno ya está listo, baja cuando quieras –el característico tono amable y la sonrisa simple del chico de cabellos rizados le daban seguridad.
– Genial, muero de hambre.
Bajaron juntos al primer piso. En la sala de estar estaban Cata y Leonard sentados, cada uno en un sillón y en el gran sofá estaba Javier recostado leyendo una revista, pero en cuanto los vio se levantó y la tiró a la mesita de centro.
–¿Desayunamos? –suplicó como un niño que le pide a su madre un juguete en el supermercado.
–¿Y G? –preguntó Cata.
–Sigue dormida, esta semana nos toca hacer guardia a los dos, pero me dijo que ella lo haría sola –respondió Fede encogiéndose de hombros.
–¿Y aceptaste así sin más? la guardia se hace de a dos por una razón –dijo Javier con un tono molesto.
Fede explicó que G amenazó con lanzarlo del tercer piso si no se iba y que, como sabe que la chica es capaz de hacerlo, esa fue la única razón por la que aceptó. Javier se calmó un poco y determinó que cuando G se despertara le daría un sermón, pero que ahora era momento de desayunar.
Leonard rio por lo bajo ante la bravura de G y la impaciencia por comer del hombre tatuado.
Se levantaron de los sillones y todos se dirigieron al comedor, la mesa ya estaba puesta, había muchas cosas para comer, té del invernadero, huevos revueltos, galletas que Fede había encontrado en uno de sus recorridos y pan de hace dos días que Cata y Javier, con ayuda de CJ, habían hecho.
–Creo que ya me estoy acostumbrando a este lugar– pensó CJ.
Cuando estaban recogiendo la mesa apareció G por las escaleras, arrastrando los pies, aún con el pijama puesto, sin sus lentes y con el cabello más desordenado de lo habitual. Lanzó un bostezo y saludó a todos con un "buenos días" tratando de agitar la mano en el aire.
- Wow, estuve a punto de dispararte -habló Fede- , creí que eras un muerto.
- Cierra la boca -dijo sonriendo.
G entró a la cocina se sirvió un vaso de jugo, tomó un par de galletas que sobraron y subió a su cuarto. Nadie dijo palabra alguna, ni siquiera Javier quien tenía una conversación pendiente con ella.
Fede tomó una mochila y las llaves del auto para salir por suministros, volvería antes del anochecer. Cata y Javier fueron a revisar que no hubieran muertos en el terreno y Leonard salió a regar las plantas. CJ trató de serle útil a todos, pero Javier y Cata rechazaron su ayuda porque podía ser peligroso y como la tarea de Leonard era muy simple tampoco aceptó su ayuda.
Volvió a la casa y se encontró a G lavando el vaso que había ensuciado. Ahora estaba vestida con un pantalón negro y ancho y una polera de The Rolling Stones gigante, llevaba puestos sus lentes y su cabello estaba un poco más ordenado. Como G ni siquiera miró a CJ, esta siguió de largo y se sentó en uno de los sillones.
Sintió como la puerta trasera se abrió y luego se cerró. Quedó completamente sola.
- ¿Te ayudo?
- No gracias, ya voy a terminar, solo me faltan esos arboles de allá.
ESTÁS LEYENDO
Familia Apocalíptica
Ciencia FicciónCJ, Fede, G, Leonard, Cata y Javier son personas completamente diferentes que por distintas circunstancias terminan formando una extraña familia en medio de un apocalipsis zombie. - ¡Mierda! me quedé sin balas -anunció G mientras lanzaba su arma ha...