Capítulo diecisiete: Su alma...

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Después de decirle a Axel que todo estaba bien y convencerlo de ello, la chica se tranquilizó.

No valía la pena lamentarse ni preocupar a los demás por eso, ya que tenía un mayor problema.

Suspiró cansada y nerviosa, pero trató de no pensarlo mucho.

Se dejó caer sobre la cama, aunque claro, ya no tenía ni la más mínima intención de querer dormir después de lo que le pasó.

Un par de segundos más tarde, sintió algo debajo de su espalda, calándole por su textura rasposa.

De golpe se levantó y se giró para tomar lo que provocaba su incomodidad y poder quitarlo.

Grande fue su sorpresa al notar ese extraño diario color lila entre sus sábanas.

¿Qué haces tú aquí?...

Fue algo repentino que la puso alerta... ¿Cómo había llegado ahí?... ¿Acaso Jasper fue quién lo puso?... ¿Alguien la estaría espiando?... O... ¿Simplemente se había caído por sí sólo?...

Aunque después de todo, probablemente ya nada podría asustarla más que lo anteriormente vivido.

Respiró hondo y cuando logró salir del shock inicial, más calmada decidió que era mejor salir a los pasillos de afuera, una estúpida idea para muchos, pero ella necesitaba aire fresco para poder despejarse. Además que iba a leer y no quería que Jasper la encontrara haciéndolo. Sentía como si fuese ilegal o algo por el estilo. Tal vez no era el momento más adecuado dadas las circunstancias pero parecía que el destino quisiera que aquello pasara por las extrañas maneras en las que parecía proponérselo.

Se levantó de la cama llevándose consigo el cuaderno para seguir leyendo sin interrupciones.

Se puso sus pantuflas de conejo, tomó un suéter delgado y se encaminó hacia el exterior cerrando detrás suyo la puerta. Era algo arriesgado, pues un guardia podría descubrirla y reportarla, pero ella sentía que hasta cierto punto valía la pena el riesgo.

Recorrió los pasillos solitarios y escasos de luz hasta que llegó a las escaleras principales que daban al cuarto piso de aquél alojamiento.

Se sentó en uno de esos escalones blancos y limpios. Sintió como un escalofrío le recorrió toda la espalda al sentir el frío suelo.

Con la linterna de su teléfono móvil comenzó a alumbrar las páginas manchadas del diario, buscando una a una logró dar con el lugar exacto en dónde se había quedado, así que prosiguió con su lectura.

28 de abril de 1986

Acabo de tener una pelea con mamá.

Después de que ella llegase ayer iba a contarle lo que sucedió. Pero ella entró sin siquiera saludarme, tomó al títere y lo llevó de paseo.

Vaya, le da mejores tratos a un muñeco que a mí.

Si no quieres creerme no lo hagas, pero cuando mamá se va y se lleva a aquél endemoniado títere, la casa se siente más ligera. No sé como explicarlo, pero simplemente el ambiente se siente mucho más liviano. Es como si quitaran un peso de encima. Podría hasta atreverme a decir que se puede ver con más claridad, ya que se siente como si una niebla espesa rodeara el lugar. Creo que eso sería exagerar, pero así lo siento yo.

Tal vez suene como si no estuviera asustada por lo que está pasando, pero realmente estoy aterrada. Aunque bueno, creo que ahorita más bien siento ira y enojo.

Ayer cuándo regresó mamá ya era muy tarde, así que no pude contarle lo que pasó porque me encontraba dormida.

En fin, iré al grano.

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora