Un poco incomoda en aquella posición decidiste tumbarte en la cama y descansar un rato las piernas.
-Linda, así no ayudas..
Decía Abraham mientras abría tus piernas suavemente.
Cogió su largo y grande pene y te lo introdució...
-Pero... Ah. Abraham. Ah. Necesito descansar. Ah. Es que. Ah.
Hablabas entre gemidos, lo que te impedía seguir hablando.
-Ahhh, que rico Abraham.
Él te tapó la boca con su mano y siguió metiéndotela, muy suavemente, pero siempre muy mojada.
-Mmmm, mmmm..
No tenías permiso para hablar, solo disfrutabas.
-Mi reina, voy a ir más rápido, creo que ya voy a correrme.
Te acercó al borde de la cama toda abierta y él se puso de pie en el suelo.
-Oooohh..
Gemía Abraham.
Cada penetración era más fuerte, y todo era tan mojado que excitaba hasta tal punto que ardíais.
Te agarró de los pechos muy fuerte, posó sus labios en los tuyos sacando su mano de tu boca y puso una mano en tu clítoris, mientras con una penetración muy lenta la metía hasta el fondo, y liaba tu lengua con la suya.