Capítulo 22

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-¿Qué está pasando aquí? - preguntó Saimon con el ceño fruncido.

-Saimon, te presento a mi hermano Jordan, el único miembro de mi familia que merece la pena - dijo Anita con una sonrisa, pero Saimon no dejaba de ver al tipo con el ceño fruncido - al parecer un aliado de Daniel vio nuestra discusión y cómo me dejabas inconsciente, él se enteró y vino a rescatarme - dijo lo último entre comillas, al ver que el híbrido no cambiaba de expresión suspiró - ¿piensas seguir mirando a mi hermano así todo el día?

-¿Te importa si hablamos en mi despacho?

-Claro que no.

Anita le pidió a Jordan quedarse ahí, a lo cual él asintió, por su parte el rey comunicó a todos que podían volver a sus puestos, y a Cailen le pidió que vigilara a su inesperado invitado, lo cual molestó a la joven, pero no dijo nada, entendía sus dudas, y tampoco quería discutir con él, si el hecho de tenerlo vigilado le daba más seguridad, que así fuera, mientras permitiera que su hermano se quedase y no fuera un prisionero como tal, no le importaba demasiado las medidas de seguridad.

-No me fío - le dijo claramente a su novia al estar en el despacho.

-Lo sé, es más que obvio tu desconfianza.

-¿Te crees su historia?

-Saimon, ¿crees que no sé reconocer cuando alguien me miente o me dice la verdad? - ese era un punto a su favor, el híbrido conocía muy bien el criterio de la joven, no le resultaba difícil saber cuándo alguien estaba mintiendo.

-Es tu hermano, tal vez ese hecho te esté jugando una mala pasada, sé que deseabas que al menos alguien de tu familia te quisiera - eso era cierto, pero no iba a dar su brazo a torcer.

-Y tengo la suerte de que sí, tengo uno, y me gustaría que se quedara, te prometo que no causará problemas, yo misma me aseguraré de ello, pero por favor - Anita estaba prácticamente suplicándole que lo aceptara, y eso afectó al rey, nunca la había visto así.

-De acuerdo, se puede quedar.

-¡Bien! - exclamó feliz la joven - eres el mejor.

-Pero - continuó él - estará vigilado, mandaré a un par de guardias que lo vigilen día y noche.

No le gustaba mucho la idea, y tampoco sabía cómo se lo tomaría su hermano, pero también era consciente que era a lo máximo que iba a ceder, por lo que al final accedió y fue a contárselo a Jordan, el cual tampoco estaba muy contento con la vigilancia, pero la aceptaría si así podía estar con su hermana, el resto poco le importaba, era consciente de que estaba traicionando a su padre al vivir bajo el mismo techo de su enemigo sin mala intención, pero poco le preocupaba, no quería saber nada más de él.

Saimon arregló todo para que Jordan siempre estuviera vigilado por al menos dos guardias, no quería arriesgarse a que todo fuera una trampa de Daniel Lonburt, aunque él mismo no estaba seguro, ese chico parecía sincero al decir que solo le importaba su hermana, pero no iba a correr riesgos, no solo Anita podría salir mal parada, sino que también era un riesgo para su hija, él podría dañarla al estar viviendo en el mismo lugar, aunque se aseguraría de que tuviera una habitación alejada de la de su hija.

-¿Por qué tardas tanto?, llevo más de una hora esperando - se quejó la princesa con un puchero, se había cansado de esperar en la biblioteca.

-Serena, te quiero presentar a mi hermano, Jordan, él se quedará aquí a partir de ahora - dijo muy contenta Anita.

-Hola - saludó algo nervioso el hermano, no sabía muy bien cómo comportarse en esa situación.

-Hola - saludó alegre la niña - así que tengo otro tío, ¡qué ilusión!

Jordan por un instante perdió el color, no se imaginó esa frase para nada, se le hacía completamente disparatado. Por su parte, las chicas se carcajearon de su expresión y pérdida de color, y él no arregló las cosas al empezar a titubear y decir cosas incoherentes, todo lo contrario, sus risas se hicieron aún más grandes y potentes, incluso sentían que se estaban asfixiando de tanto reírse, pero no por ello dejaron de hacerlo, era demasiado divertido desde sus puntos de vista.

Cailen estaba al otro lado de la puerta de la habitación, le había pedido a Saimon poder seguir vigilándolo un poco más, quería saber más o menos cómo era el hermano de la joven. Tuvo que dejar pasar a su sobrina para que ella no sospechara nada, y estaba preparado por si ocurría cualquier cosa, no dejaría que ese tipo las dañara. Grande fue su sorpresa escuchar sus carcajadas a todo volumen, no entendía qué podía haber pasado para que ellas se rieran tanto, se alegraba, pero no lo entendía.

-Tengo un fantasma por hermano - se burló Anita de la palidez de Jordan.

-Un fantasma no, mejor un vampiro, encajaría más - dijo Serena.

-Esto...ejem...yo...

Las chicas no paraban de reírse, y cuanto más se reían, más nervioso se ponía él y más balbuceos sin sentido salían de su boca. Finalmente Cailen entró curioso por ver lo que pasaba, no tardó nada en entender todo, y no solo las chicas se rieron, hasta para él se le hacía muy chistoso, un hijo de Daniel Lonburt así de nervioso, pálido y tartamudeando sin remedio, ya empezaba a formarse en su cabeza un boceto de cómo era, y no se le hacía ninguna amenaza, al menos como tal, aunque a lo mejor causaba una muerte por asfixia de tanto reír.

Estuvieron así más de media hora, hasta que las tripas de la joven se quejaron por falta de alimento, hubo risas por ello, pero después se acabó y todos bajaron a merendar. Jordan se sorprendió de todo lo que sirvieron en la mesa, en su casa se mantenía una dieta estricta, todo para asegurar el pleno y total rendimiento de los miembros de la familia, todo lo que había en ese lugar, solo lo había visto en un par de celebraciones, incluso en esos eventos se solía mantener el régimen alimenticio; eso era para él un sueño.

-Pareciera que nunca en tu vida hubieras visto unos bollos - se burló Cailen.

-Es que solo los he visto un par de veces, nunca he probado uno - dijo sincero sin apartar la mirada de los bollos, las magdalenas y las galletas de chocolate.

-¿Qué dices? - preguntó con el ceño fruncido Cailen, el cual recibió una patada de parte de Anita.

-En esa casa se lleva un régimen estricto, ni siquiera Joshua, siendo el preferido, puede saltársela - le dijo en voz baja antes de beber de su zumo de manzana.

Él frunció aún más el ceño, cada vez detestaba más a esa persona, lo que le hizo a su hija no tenía nombre, e incluso con los hijos que, supuestamente, sí quería, los trataba de una manera horrible; vivir sin dulces ni comida rica, ¡qué vida de mierda es esa!, es lo único que pensaba; empezaba a darle pena el muchacho, entendía por qué se había ido, por qué había hecho las cosas, fue a por su hermana con la intención de rescatarla y huir, él hubiera hecho lo mismo en su situación. Para él, Jordan era un buen chico que había pasado por cosas muy malas, una víctima igual que Anita.

Saimon no apareció en ningún momento, la merienda terminó y él no había ido, la joven estaba preocupada, pero Cailen le dijo que lo más seguro es que estuviera en su despacho y se le hubiera pasado la hora, ella esperaba que fuera eso y no que estuviera molesto por la presencia de su hermano. Le conocía, lo conocía muy bien, aunque él se jactaba de ser un hombre serio y que sabía ocultar sus emociones, era un libro abierto a ojos de Anita, a ella no le podía engañar.

La joven avisó que iría a su despacho a llevarle algo de merendar, a lo cual Serena dijo que ella aprovecharía para enseñarle el castillo a su nuevo tío, y Cailen fue tras ellos por seguridad, no tanto del muchacho hacia la princesa, sino de la princesa hacia el muchacho, conocía muy bien a su sobrina, no quería que se metieran en problemas; aunque a Anita se le hacía que lo hacía para asegurarse de que Jordan no se convirtiera en el tío favorito de la pequeña, lo cual le causaba gracia.

Ella subió al despacho del híbrido con una bandeja con galletas y magdalenas, además de un poco de café y azúcar. No se imaginó que al entrar se encontraría con la imagen de él viendo una foto de su difunta esposa, no sabía qué pensar ni qué sentir.

La maldición del armaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora