Chiquitita especial.

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Narrador Omnisciente

Josephine Livingston no sabía con exactitud cuantas veces la habían llamado "especial" a lo largo de su —corta— vida.

Aunque estaba segura de que el conteo se aproximaba a las ya 445 menciones de dicho adjetivo calificativo que conocía bastante bien, aún así no lo mencionaría siquiera en voz alta; los demás podrían pensar que se pasaba el día vanagloriándose de su habilidad innata y la tacharían de "molesta" o "pesada" o "insoportable" o cualquier otro calificativo despectivo, los cuales —con sinceridad— ya estaba cansada de oír.

Al principio creía que la llamaban "especial" porque con cuatro años de edad podía colorear sin salirse de las líneas del libro de dibujos que sus padres le habían comprado para que se distrajera con algo que no fueran las noticias que se veían en el desayuno, cuando la cocina olía a masa de panqueques y a naranja recién exprimida; cuando Denisse bajaba las escaleras de la casa y se posaba en frente de su mamá con sus manos ocupadas—la derecha con un cepillo y la izquierda con una cola negra— esperando que terminara de preparar el desayuno y así peinarla; cuando aún en la casa dominaba el poder femenino y su padre era el único hombre de sus vidas.

Luego cuando creció comprobó que ella tal vez si era especial pero a los ojos de los demás porque para sí misma todo lo que hacía le resultaba común; nada nuevo ni digno de admirar; pero la realidad es que si lo era... ella era digna de admirar.

Dibujar sin salirse de las líneas no era lo que la hacía especial —aunque si formaba parte de "eso" que la hacía ser vista con orgulloso y sorpresa por el resto— sino todo lo que había logrado antes con tan pequeña edad sin ayuda de nadie, solo con su curiosidad y los intelectuales genes que sus padres le habían dado al nacer esa mañana a mediados de Abril.

La segunda hija del matrimonio Livingston había llegado a la vida con algo que la hacía diferente al resto de la población, las personas como ella escaseaban en el mundo conformando solo el 2% de la población del planeta; el haber nacido chica con esa habilidad que tenía la volvió mucho más importante y digna de atención.

Todo inició cuando teniendo solo diez meses de nacida, empezó a caminar.

Si esto no había sorprendido tanto a sus padres porque ellos mismos habían aprendido a caminar algo más rápido de lo normal, todo lo que sucedió a continuación sí que los descolocó por un tiempo.

Tan solo dos meses después de eso, cuando ya la pequeña tenía un poco más de un año, pronunció su primera palabra: "papá", y su segunda palabra "mamá" y su tercera palabra "caca" y luego empezó a llorar.

La pobre estaba incómoda en su silla de la cocina, sus padres no habían notado eso y al parecer el olor que desprendía el pañal de su bebé aún no tocaba sus narices por lo que ella viéndolos pronunció las palabras que oía decir a su hermana cuando llamaba a esos adultos si necesitaba algo; esas palabras que ambos le repetían con lentitud acompañado de exageradas expresiones cuando ella movía la boca exigiendo comida.

Y la tercera pues la había escuchado ser dicha tantas veces por su familia—solo cuando algo importante pasaba— que en su mente esa palabra era la idónea para captar la atención de sus padres.

Si esas tres bombas no fueron suficiente estupefacción para ellos luego llegaron muchas otras como "agua", "no", "comida", "baño" y "Parkinson".

La última tenía detrás de sí una gran y graciosa historia que culminó con las chicas Livingston viendo telenovelas y Josephine aprendiendo—con cuatro años— su segundo idioma; el español.

Después entendió al escuchar y ver a las personas que la rodeaban cuando utilizar ciertas palabras; y cómo imitar sonidos extraños que al inicio le costaron digerir. Las expresiones que sus padres utilizaban como taparse los ojos con las manos, mostrar los dientes—en una sonrisa— y soltar carcajadas fueron los primeros movimientos que realizó antes de volverse una experta en el arte de hablar, tanto así que hubo una temporada en que la menor decidió no complacer a nadie con respuestas de su parte porque se molestaba cuando no sabían expresarse al mismo grado que ella.

Queremos que nos quieras, Jo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora