Hazme gozar.

2.4K 130 19
                                    

Ayer te vi en mis mejores sueños, ocultando mi cuerpo tembloroso e indeciso entre las sofocantes frazadas que ocultaban perfectamente el caos que formaban mis pataletas, quejidos y el sudor resbalando por mi nuca debido al calor de mi propio desvelo, como si mi cuarto fuera el horno que me cocinaba vivo entre mis anhelados incontrolables sobre pensamientos indebidos.

Tú estabas ahí, mirándome con esos rubíes hipnotizantes que siempre he adorado, que me derretían el cuerpo, me hacías vibrar al son del consolador que metías y sacabas de mi interior a la misma rapidez con la que corremos. Me hacías ver corazones y estrellas mientras balbuceaba tu nombre, ¿te gustaba, verdad?

También a mí, lo oía entre mis piernas, los sonidos que provocabas cuando me penetrabas. Estaba sudando, gimiendo alto, importándome poco que los vecinos me oyeran, comportándome como la puta sedienta que he sido desde que te tengo presente entre mis pensamientos.

Tu voz grave me susurraba al oído, no recuerdo qué decías, tampoco me interesaba, todo lo quería era atraerte a mi boca y dejar que me encontrara con mi lengua favorita. Estaba tan ansiosa de verme, pude sentirlo cuando se enredó con la mía y bailaron al son de la música que emitía mi aliento agitado.

Mis pezones se endurecían, cuando se frotaban contra ti era mágico, como la sensación que me dejaste al darme cuenta de que ya no era ese simple juguete el que me golpeaba, sino tu propio pene hinchado, deseándome tanto como yo a él.

Menos mal, los vibradores son deliciosos, mi propia verga se endurece y duele cuando los imagino retorciéndose conmigo, pero era mejor cuando mi trasero quedaba apretado por culpa tuya.

Te era difícil, ¿no? Tus jadeos preciosos me indicaban que todavía eras sensible al experimentar con mi cuerpo. No te preocupes, también lo era, no por nada di el grito al cielo cuando me golpeaste mi punto dulce por primera vez.

Escuchaba la cabecera de la cama golpear la pared y rechinar bajo nosotros, ¿por qué me dabas tan fuerte cariño? ¿Querías romperme los huesos acaso? Si era así ya nadie te cogería. No resistirías ni un día sin que yo te la chupe o me ponga en cuatro para ti, ¿no es así?

Veía tu sonrisa cuando pronunciaba tu nombre y me quemaba las mejillas con el rubor sólo para ti. Sé lo que te gusta, sabía que te llevaría a las nubes el escuchar de mis labios dejarte en claro que te pertenezco, como tú me perteneces a mí

No te culpo, tu profunda voz me coqueteaba cuando mencionabas mi existencia y me susurrabas al oído los sentimientos que compartimos, tan lindo con ese tono rojo igual a las vetas que rodean tu cuerpo.

Te escondes bien en la oscuridad, apenas y te notaba, como un camaleón que se oculta para capturar a ese bicho inocente que cree que no le pasara nada. Tienes algo en común con ellos: sabes usar bien tu lengua.

Me excitaba sentirte golpearme y besarme sin que pudiese captar bien tu esencia, como dar un beso a la nada, fue divertido tratar de ubicar donde sería el siguiente lugar que me morderías o chuparías.

Mojado y pegajoso, así se sentía cada vez que te corrías y me dabas el honor de llenarme hasta ver de nuevo los destellos en la oscuridad de mi cuarto. Lamía tu lengua y la chupaba, igual a ti con mis pezones, me sentía bien entregándome a ti de nuevo, un sueño oportuno que no quise desperdiciar.

¿Recuerdas esa ocasión en la que te encontré viendo páginas porno? Estaba haciendo tus sueños realidad, ¿no soy mejor que esos jovencitos? No necesito actuar para llevarte al cielo.

¿Te gustó cuando ronroneé tu nombre una vez más mientras manchaba nuestros estómagos con mi esperma? Aún no te acostumbras a tenerme así, te gustaba verme como tu rival, ese al que le harías sentir odio o adrenalina cuando competíamos por cualquier cosa.

No teníamos por qué, si te puedo dar batallas en la cama, las peleas sobran.

Prefiero perder el aliento con tus embestidas que por una bofetada a mi rostro, aunque si lo deseas podemos intentarlo.

«Hazme gozar, Shady» Fueron las últimas palabras que me oíste decir antes de fundirnos en otra guerra caliente. Me puse arriba de ti y te deje meterla; quería otro round, me lo concediste, no dejé que te arrepintieras.

Prometo que no te dejaré tener dudas, soy tuyo las veces y de las formas que quieras, mi dulce moreno.

Fantasías húmedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora