IX

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2007.

Louis se apartó el sudor de su frente con una mueca de asco, sintió el espeso líquido de la gasolina pegarse debajo de sus uñas y dejar pequeñas machas en su mejilla.

Su mirada seguía fija en el motor, ahora descompuesto, de la gran moto que había dejado su padre en el garaje.

Era pleno verano, y el ojiazul se encontraba por primera vez toqueteando y experimentando con un motor de verdad y una moto de verdad, y no con las fotografías de los libros que le daban en los talleres.

Sonrió orgullo al ver como conseguía encajar la pieza en su lugar y volvió a coger los alicates que había dejado por una parte del suelo para apretar las tuercas.

Escuchó unos pasos acercarse.

-Lou cariño—le llamó su madre desde la puerta que conectaba con el interior de su casa—ha venido Harry, ¿le digo que pase?-

Louis se asomó por un lado de la motocicleta y asintió con una entusiasmada sonrisa. Jay sonrió dulcemente al ver como a su hijo le brillaban los ojos con la mención del rizado y volvió a marcharse para ir a buscar a Harry.

Louis mordió su labio un tanto impaciente y se miró en el retrovisor de la moto, peinó su flequillo y se arrepintió al instante ya que estaba sucio y sudado por completo, y quizás le podría dar un poco de asco a su mejor amigo.

Pero antes de que pudiera limpiarse con el trapo de cocina que le había dado su madre la puerta de abrió.

Un feliz y risueño Harry entró en el garaje mirando con curiosidad todas las piezas y herramientas en el suelo, pero cuando consiguió visualizar a su amigo no tardó ni dos segundos en correr hacia él y abrazarle.

Louis hizo una mueca pero aún así le correspondió el abrazo.

-Hazz estoy sudado y lleno de aceite—dijo apenado—te voy a machar pequeño-

Pero Harry apretó aún más el agarre alrededor de su cintura, no sabía en que momento pero el rizado había crecido unos cuantos milímetros desde la última vez que le vio.

-Me da igual Lou—dijo contra su pecho y provocando una tonta sonrisa en el ojiazul—llevo sin verte un mes, ¿como quieres que no te abrace?-

Preguntó de forma retórica y sin poder evitarlo Louis lo estrechó aún más entre sus brazos hundiendo la nariz en la mata de sus rizos chocolates.

El olor a menta y algo de vainilla inundó las fosas nasales del mayor, cerró los ojos disfrutando por completo de aquella tan familiar fragancia y abrazó a su mejor amigo aún más fuerte que antes, como si se fuera a ir de nuevo.

Harry había pasado un mes en España por vacaciones, su padre tenía importantes negocios allí por su gran empresa y se había llevado a su familia para visitar el país mientras tanto.

Pero lo que no esperaba era que estar un mes sin Harry fuese totalmente horrible, parecía que habían pasado años, incluso Harry estaba más alto y un poco más moreno.

Ambos se separaron y el rizado no tardó en preguntar.

-¿Qué estás haciendo?-

Preguntó realmente curioso mientras se sentaba en la mesa donde tenía la maleta llena de herramientas, a su lado también un libro de guía para mecánicos principiantes.

-Mi padre me trajo esta Triumph para practicar—dije volviéndome a apartar el sudor con el antebrazo evitándome machar aún más de aceite—he desarmado el motor y ahora lo estoy volviendo a rehacer.

Harry asintió comprendiendo mientras balanceaba sus piernas, su mirada se dirigió a los brazos desnudos y un poco más fuertes de Louis, la luz del mediodía, el sudor y el aceite hacían que pareciesen más musculosos.

Tragó saliva.

No recordaba cuando el cuerpo de Louis había cambiado tanto en tan solo un mes.

-Y bueno que tal por España—preguntó Louis mientras cogía otra pieza entre sus manos y la situaba en su respectivo sitio—me han dicho que los españoles son algo ruidosos-

Harry bufó dándole la razón.

-Hablan muy alto, casi gritando—soltó una risita recordando aquello—quería volver ya aquí, echaba de menos Inglaterra.-

Y a ti, pensó también el rizado.

Pero no dijo nada, se mordió el labio inferior un poco incómodo al ver como el ojiazul se inclinaba de más mostrando algo de su cadera al descubierto.

-España está bien para las fiestas, sin duda tienen las mejores—comentó Louis concentrado en apretar aún más las tuercas, cuando paró al acordarse de algo—oh, te tengo una cosa-

Dijo dejando casi con fuerza las herramientas sobre el suelo, se levantó del suelo con rapidez y sacudió sus manos en sus pantalones cortos de chandal.

El rizado miró curioso como se marchaba con rapidez del garaje dejando lo que fuese que estuviese haciendo a la mitad.

Harry hizo un mohín al no entender ni una palabra de lo que estaba escrito en aquel libro de motores, pasó las páginas con la alusión de al menos relacionar algo pero fue imposible.

Realmente admiraba a Louis por ello.

No fue hasta que dejó el libro de nuevo en su sitio al escuchar al ojiazul entrar de nuevo en la habitación, éste llevaba ahora una caja negra con un pequeño lazo un tanto desastroso encima.

Louis le miraba entusiasmado.

Y Harry sentía que su corazón iba a salirse del pecho en cualquier momento.

-He estado paseando a los perros de la señora Smith este mes—chasqueó la lengua—lo que es gracioso ya que esos chuchos son más grandes que yo-

Dijo algo divertido al acercarse a él lo suficiente para entregarle esa gran caja, el rizado miraba confundido y algo emocionado la gran caja sobre sus muslos.

Louis se mordió el labio nervioso.

-Me dijiste que lo querías hace tiempo...y pues, si ya no lo quieres podemos devolverlo o...no sé...-

Balbuceó un poco perdido de nervios al ver como el rizado quitaba la tapa de esa caja y observaba el interior.

Una gran sonrisa decorada con hoyuelos abarcó el rostro de Harry al darse cuenta de lo que había en el interior de esa misteriosa caja, subió la mirada hacia el chico que se mordía su dedo inferior.

Su corazón latía con fuerza y las mariposas que daba por ocultas volvieron a aparecer acariciando con sus alas el estómago del rizado, sintió una felicidad inexplicable cuando dejó la caja a un lado y saltó de la mesa para volver a abrazar a su mejor amigo.

Ya que Louis había estado trabajando y ahorrando para comprarle una cámara.

Y ahora mismo se sentía el chico más feliz del mundo.

Y ese chico tan feliz estaba cayendo aún más por su mejor amigo.

Se estaba enamorando aún más.

J U S T  T O O  Y O U N GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora