La noche de chicos y una muñeca.

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Los chicos estaban recargados en el ginetta de Robert, pronto me les uní y escuché que planeaban salir esta noche.
—¿Qué dicen si hoy vamos a cenar?—Pregunta Jimmy.—Hace tiempo que no salimos juntos.
Miro a Joanne.—Lo siento Jimmy, yo hoy he quedado en ayudar a mi padre a arreglar unas cosas de la camioneta, mañana sale de viaje y quiero que todo esté listo.—Le dije.

—Si, yo tampoco podré, mi abuelo me pidió algunas cosas en casa.—Dice Joanne. Jimmy hace una mueca.
—Seguro, entonces lo dejaremos para después.—Mira a Mery y Robert.—Imagino que ustedes tampoco podrán o ¿si?
—Robert y yo planeábamos salir juntos esta noche, pero no hay problema si ustedes quieren unirse.
Jimmy resopla.—Vaya, ¿Cuando se han vuelto responsables y salen aparte? —Dice Jimmy con cierto resentimiento.
Robert se carcajea.—No empieces a llorar ahora.—Lo abraza y comienza a despeinarlo.—¡No te queda Benson!
Ellos comenzaron a juguetear y todos comenzamos a reír. Nuevamente nos despedimos para seguir nuestro camino a casa.
—Creo que a Jimmy no le alegró saber que Mery y Robert saldrían como pareja hoy.—Dice algo pensativa.
—No te dejes llevar por eso, Jimmy siempre ha sido así de sentido.—Le sonreí.— aunque el nos haya hecho lo mismo toda la vida.
—No lo sé, siento que deberíamos esperar más tiempo, no quisiera que pensaran que nos apartaremos.
—Muñeca, no nos pasaremos la vida así, en secreto, sólo por temor a hacer sentir mal a Jimmy o cualquiera del grupo.—Le digo abrazándola, y besando su cabellera.— eso incluye a Frank.—La señalé y ella de carcajeo.
—Sé que sólo lo hace por molestar.—me asegura.
—No creo que sólo sea eso, no es tan idiota como para ignorar tu belleza.—Joanne entrelaza nuestras manos al caminar, sus mejillas se sonrojan.

Hay un pequeño silencio entre los dos.
—Quiero comentarte algo que me tiene pensando.—Comienzo y ella me mira curiosa.
—A ¿si?—me mira—¿y que es?
—He aplicado para entrar al equipo de fútbol, me pondrán aprueba el siguiente martes, así que, ya tendrás un chico más fit.—Me reí.
Ella está asombrada.—¿Que te ha llevado a tomar esa decisión?
"Tú"
Me sumí de hombros.—Bueno, supe que les dan una beca del 100% a los jugadores de fútbol y no me caería nada mal independizarme ¿no crees?
Ella asiente.—Bueno, si eso te hace sentir bien contigo mismo, yo estaré aquí para apoyarte ¡y por supuesto, para echarte porras desde las bancas!

Comencé a reír.—Apuesto que serás la mejor porrista en toda la cancha.—Le digo y beso su mejilla.
-
Nuevamente los gritos de emoción de Joanne se escuchaban por todo el lugar, acompañados del sonido de las máquinas imprimiendo los tickets, no podía evitar reír, amaba todo de ella.
—Ese ha sido uno gordo.—Dije alegre, mientras ella está en el suelo, sosteniendo los tickets y bailando emocionada. Me arrodillé junto a ella.
—Amo este lugar, es mi lugar favorito.—Me dice, muy emocionada.

Solté una pequeña risa.
—Seguro que sí.—Le digo y tomo su barbilla.—Aunque pensé que yo era tu lugar favorito, sus mejillas se sonrojan y su respiración agitada me hace quererla más cerca.

Ella no puede hablar de lo agitada que está de tanto bailar. Mi mano acaricia su mejilla.—Aunque no tengo problema con que este lugar sea el segundo.—Vuelvo a decir y ella se ríe.
—Seguro que no.—Dice abrazándome del cuello y pegando sus labios a los míos. Pronto mis labios le corresponden.
—¿Ya has pensado que es lo que me pedirás a cambio, por la apuesta de anoche?
—Hmmmmm.—Exclama, mientras su mano llega a su barbilla.—digamos que algo así.—Se ríe.—¿Qué talla de vestido eres?—Me pregunta risueña y la miro algo intranquilo.
—¡Oh, no, absolutamente, no!—Comienzo a reír y ella se ríe.
—No puedes negarte.—Se ríe, uniendo nuestros labios nuevamente.
Me reí.— Está bien que tengas fantasías conmigo en vestido, mi amor, pero sería algo raro ¿no crees?—Le dije y ella se empieza a reír.—A demás que no me duraría tanto el vestido puesto.—comenzó a reír.
—Eres un tonto—Dice entre una pequeña risa.
—Soy un tonto por ti...—Le digo a escasos centímetros de distancia.—Y por todo lo que haces.—Le digo sosteniendo su rostro con ambas manos.—Estoy tan fascinado contigo, y tan hundido a la vez, no sé que haré el día que tenga que decirte adiós para después alcanzarte allá arriba.—Dije mientras que sus ojos brillan, ella emite una sonrisa y luego una pequeña risa la acompaña, permitiendo que esas mejillas rojizas aparezcas.
—¿Estás diciendo que moriré antes que tú?—Sus palabras me hacen reír.—¿Acabas de decirme vieja?
Siento el calor subir a mis mejillas.—Bueno, digamos que eres mayor que yo por un mes.—Me reí y ella hace cara de sorprendida.
—No permitiré que me hagas sentir vieja.—Dice en broma y se ríe.
—Entonces, tienes dos opciones: 1. Cambias tu acta de nacimiento al 25 de mayo, para que te gane por un día, 2. Me matas joven y así no te opacaré cuando seamos viejos y nadie notará que eres más vieja.

Los colores del alma| LG(B)TQ+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora