Entrada 11°: ansiedad.

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Querido sensual diario:

A día de hoy me siento más loca que nunca. He tenido un ataque de ansiedad al frente de la clase. No soporto las exposiciones y lo sabes. Pues el horror de este curso es que me toca oficiar de profesora de alguna parte del temario que nos va mandando la profesora. Dios... Estaba de los nervios y acabé sin poder apenas respirar. No soporto que me miren fijamente y menos que me evalúen por mi forma de expresión corporal.

Menos mal que el ataque de pánico vino después, cuando ya había terminado y pude huir al servicio.

Recuerdo que me relaje bebiendo agua lo suficiente como para volver a la clase y sentarme en mi pupitre, que lastimosamente también está al frente de la clase pero pegando a la ventana. Una vez allí me entretuve dibujando. Me encanta dibujar. Es mi pasión, mi marca de personalidad. Hice dos pequeños pájaros de vistosas plumas. Adoro los pájaros. Siempre he soñado con tener uno. De hecho una vez de pequeña salvé aún bebé gorrión que sé había caído del Nido y estaba herido de un ala. Lo cuidé hasta que él mismo se pudo ir. No me gusta encerrarlos por eso no me lo quedé.

Después en casa continúe pintando la gran cola del dragón blanco. La chica aún es un poco traslucida porque es tan sólo un boceto de quién será. Cuando el dragón esté completo, ella lo estará. Hasta el momento hay que tener paciencia.

A la tarde salí con Frannie y Robert. Tienen unas ideas loquísimas. No sé como pasó pero de la gran ciudad acabamos en la orilla de un gran río. Me encantó el lugar. Sol, verde cubriendo el paisaje y el relajante cauce del río. Estuve en un duermevela toda la tarde mientras ellos se gastaban bromas ridículas. Lo pasé bien aunque en momentos me sentía fuera de lugar.

A la noche cuando llegué a la casa preparé la cena. Comí lo mío y dejé la comida de mi madre en una bandeja en el salón. Sé que cuando yo no estoy se le hace más fácil comer. Por lo visto la culpa la reconcome por dentro siempre que me ve. Es asunto suyo la verdad. A mí me apena no poder hacer nada para arreglarlo. Ella no me da oportunidades para intentarlo, ni si quiera una. Lo que daría por una sola oportunidad querido diario. Lo que daría.

Bueno, cuando me retiré a mi cuarto y cerré la puerta de mi cuarto oí como ella salía de su madriguera (su habitación actualmente establecida como fuerte) y devoraba la pequeña cena que yo había podido improvisar.

Tras esto, querido diario, puedo dormir tranquila. Así que: hasta mañana querido.

Diario: tú y yo. Diferentes pero iguales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora