Donde Park Ji Min trabaja en la cafetería familiar ya que siempre le han inculcado el arte de hacer café.
o
Donde Min Yoon Gi se dirige todas las mañanas a "The Coffee House" frente al mar para inspirarse.
⤐ boy×boy
⤐no copias ni adaptaciones
⤐pos...
-Dame una semana. -Bufó el menor detrás del mostrador.
-Claro que si Mimi, sabes que puedo darte una semana e incluso más, somos diferentes y me da miedo empezar una relación y que nuestros choques de personalidad la destruyan. -reposó sus codos en la barra. -Démonos una semana para pensar bien acerca de esto, e intentémoslo.
-De acuerdo Yoonie, intentémoslo. -El pelirubio extendió su brazo para entregarle al mayor la taza de café que había pedido.
-Voy a moverme de aquí, hay muchas personas en la fila, almorcemos en Mingles en tu descanso. -dijo mientras apoyaba su taza en el mostrador para sacar su billetera. -¿Cuanto es?
-Cortesía del dueño, te veo a las 12:30.-Se despidió con una sonrisa. -¡Siguiente!
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Jimin
Desde que lo conocí sentí algo en sus ojos, en sus labios, en su cabello negro. Algo en su mirar despierta cada célula de mi cuerpo.
Aquél día The Coffee House permaneció abierta por más tiempo que de costumbre, por alguna casualidad destinada.
Lo de "casualidad destinada" suena muy loco, incluso incoherente. Pero cuando una casualidad, esta destinada a ocurrir, todo cobra sentido.
Ese día pude cerrar más temprano, como todos los días, pero no lo hice. Algo ocurría en esa noche oscura que me hacia pensar que, tal vez, alguien encontraría luz, paz y tranquilidad en mi negocio.
Sin imaginar que yo encontraría todo lo que buscaba, en el chico de la cafetería.
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Tal y como habíamos acordado, a las 12:30 salí del local en mi descanso para encontrarme con Yoongi en Mingles, un restaurante bastante prestigioso cerca de mi lugar de trabajo.
Verlo ahí sentado, con su ya conocida libreta de cuero, apuntando vaya quién a saber qué con sus pálidas y frías manos, que hace poco habían recorrido mis mejillas, verlo así, me hacia amarlo cada vez más.
No dudé mucho y me dirigí a el con una sonrisa y la cabeza baja para intentar disimularla, era suficiente con el nerviosismo desbordando cada uno de mis poros.
