EPISODIO CERO (PARTE IV)

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Ángelus la besó, tomando su cuerpo con suavidad, como si de una pieza de cristal se tratara, Cleda correspondía a su beso con la misma intensidad, los labios de su novio eran tan suaves, y las pocas veces que la besaba de esa manera la hacían sentir tan bien.

El beso tomó intensidad, Ángelus apretó un poco la espalda de su compañera, como si tratara de unirla a él, sus lenguas comenzaron a acercarse y a rozarse con aún más deseo, ambos estaban tan cerca el uno del otro que escuchaban su respiración agitada y el calor que de ellos emanaba, Ángelus tomó la iniciativa, dejó el beso y se dirigió al cuello de su novia, depositando pequeños besos.

— A-ang... — Cleda estaba rosada. — ¿estas seguro? —

— Completamente... —

El chico continuo besando su cuello, mientras muy lentamente recostaba a la chica sobre la cama, ahora con sus manos libres y un poco temblorosas agarró el rostro de Cleda con la mano izquierda, comenzando a acariciarla con mucha suavidad, mientras su mano derecha buscaba la cintura de la chica, aferrándose a ella.

Los labios del chico continuaron en lo suyo, bajando un poco hasta llegar a la clavícula de su novia, dejó de besar y esta vez mordió tan solo un poco, Ángelus sonrió al escuchar los leves gemidos de su novia.

— H-has esperado mucho por esto... quiero que sea especial... nuestra primera vez juntos. —

Las manos de Cleda levantaron el rostro de su novio, permitiéndole mirarla a los ojos, Ángelus vio el deseo en los ojos de su novia, estaba sonrojada y tenía una sonrisa en su rostro mientras sus ojos tenían un brillo cristalino hipnotizante.

— Esto es de los dos... —

La chica depositó un pequeño beso en los labios del muchacho y sus manos se dirigieron a los botones del traje largo que traía puesto, comenzó a quitar uno a uno, Ángelus esta vez se sonrojó un poco, se abrazó a Cleda y decidió hacer lo mismo, buscando el cierre de su vestido el cual se encontraba en la espalda de la muchacha.

Se quitaron la ropa quedando tan solo en ropa interior. Cleda estaba ardiendo, gemía y jadeaba ante los besos y suaves caricias que su novio le proporcionaba, Ángelus disfrutaba tocar a su novia de esa manera, sus manos jamas se encontraban con un tacto rígido, la piel de su amada era tan suave, tan curva, sentía que pasaba sus manos por montañas al sentir sus caderas, era algo espectacular, pero también era triste, estaba seguro de que ella no sentía la misma sensación que él.

— Oh, Ang... te deseo tanto... — la chica susurró a su oído, sacándolo de sus pensamientos.

— Y-yo también.. —

Buscó quitarle su sostén, jamás lo había hecho y no entendía como funcionaba, tanteó la espalda de su novia, intentaba sacárselo sin ningún éxito, se sintió tonto, eso debería ser algo sencillo. Las manos de Cleda le acariciaron el rostro de nuevo.

— Lo hago yo. —

La chica se incorporó, quitándose ella misma el sostén.  Ángelus sentía que su cara ardía, en ese momento el pensaba que estaba igual de rosado que su cabello, Cleda estaba casi completamente desnuda frente a él, sus senos cayeron ligeramente al quitarse el sostén, parecían un par de gotas medianas, sus pezones eran rosados, como sus labios, definitivamente eran hermosos.

Cleda sonrió, tomó las manos de su novio y las puso en sus senos, el chico sintió que se iba a desmayar en cualquier momento.

— Está bien... puedes tocarlos. —

Masajeaba sus propios senos con suavidad usando las manos de su novio, haciendo pequeños circulos. Ángelus la miraba perplejo, ella le devolvía una deseosa mirada, jamás había conocido esta faceta de la chica que amaba, pero eso no estaba mal, para nada mal.

DESTINO: PIRÁMIDE OSCURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora