one and only

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Se encontraba parado en la puerta de madera que le pertenecía a la casa de su mejor amigo, esta se encontraba adornada con pequeños decorativos navideños que hicieron menos aburrida y más interesante su tiempo de espera. Hace cinco minutos que había presionado su dedo contra el timbre para hacerle entender a Minghao que ya se encontraba fuera, pero por lo visto no había surgido de mucho efecto ya que la segunda vez había tenido que esperar más. Pensó en lo mucho que lo regañaría por haberlo dejado en la calle durante tanto tiempo, pero luego imaginó su carita triste y se le pasó con los segundos, lo que menos quería era que Hao se sintiera mal por su culpa; aunque técnicamente no lo era.

Se maldijo por ser tan débil hacia su mejor amigo.

Tan solo habían pasado dos años —o más, no estaba seguro y poco le importaba— desde que se enteró que realmente le gustaba Minghao. Fue ese día en el que ambos decidieron asistir al parque de diversiones que recién llegaba a la ciudad en el que pudo decir con seguridad que su corazón siempre ha tenido dueño. Lo supo cuando por la adrenalina el pequeño cuerpo de Hao se aferraba al suyo buscando protección, y Seokmin sentía que cabía perfectamente entre sus brazos, casi como si estuviese hecho solo para él; lo supo cuando vio su hermosa sonrisa después de haber ganado un gran peluche para él, también cuando entrelazaron sus dedos para no perderse entre la multitud y, por supuesto, cuando los dos estaban tan pegados en aquella cabina de fotos que Seokmin solo sentía su corazón estallar de euforia al tener algo tan simple como a Minghao pellizcando una de sus mejillas.

Suspiró algo cansado, cada día más se le hace más difícil ocultarlo, pero también sabe que no es lo suficientemente valiente para dejarlo salir, no cuando Minghao estaba en el proceso de conocer más personas. También estaba el miedo de perder esa amistad que se ha cultivado de una manera hermosa con el pasar de los años, y si confesarse termina en la eliminación del vínculo que tenía Seokmin con Minghao, jamás lo haría, ni siquiera lo pensaría.

Prefería estar a su lado viéndolo feliz que estar lejos y seguirlo viendo feliz.

Unos pasos apresurados del otro lado de la puerta los sacaron de sus pensamientos y supo que pronto abrirían la puerta. Carraspeó un poco para poder normalizar su voz -y a sí mismo- antes de poder hablarle a su mejor amigo.

Cuando el pedazo de madera se abrió solo quiso dejar la mochila tirada en el suelo y abalanzarse para acariciar a Minghao por toda la tarde en vez de estudiar, de todos modos no se iba a concentrar.

—Lo siento— se disculpó con la respiración agitada, supuso que tal vez bajó corriendo las escaleras- estaba recogiendo un poco el desastre de mi habitación.

Miente.

Seokmin rodó los ojos, podía decir con toda la seguridad del mundo que ese no era el problema, pero estaba tan feliz de ver a Hao que no iba a confrontarlo por eso.

—Seguro no era nada del otro mundo, apuesto a que solo dejaste bolsas de snacks debajo de la mesa.

—Veo que me conoces bien— ríe nervioso mientras le da el paso a Seokmin para que entrara por completo a la edificación—, aunque estaría ofendido si no lo hicieras.

Seokmin toma algo de fuerza en su mano y la estampa levemente en la frente del chino en modo de protesta cuando este termina de cerrar la puerta.

—Espero que hayas guardado algo de comer, casi me congelo allá fuera.

El pelinegro se acerca con algo de preocupación en su rostro y toma las manos de Seokmin entre las suyas. No sabe si puede ocultar los latidos desenfrenados al sentir la cálida piel de Minghao entregándole calor.

𝙞 𝙡𝙞𝙠𝙚 𝙮𝙤𝙪  ( 喜欢 ) 𝙨𝙝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora