Dos pares de labios se fruncieron, inconforme del texto que leía, como si todo lo aprendido en su vida no fuera nada para descifrar palabras que eran dedicadas para niños.
Puso los ojos en blanco por un momento, o más bien, intento hacerlo. Sintiendo la tensión de sus ojos haciendo el esfuerzo de rodarlos por cuenta propia, no obstante, al ver que a la mayoría de ahí en la cafetería lo veía extrañado, Itachi suspiro con cansancio.
—Qué la obra sea para niños no significa que esté hecho por niños.
Observo ahora al castaño, risueño, sosteniendo la cucharita de plata entre sus delgados dedos, para dirigirla a su boca hasta que la distancia fuera nula. Y ahí el primogénito del líder del clan Uchiha, miro otra vez al libro. Conocía que a su amigo no le gustaba comer en público, precisamente por dos pequeños caninos afilados que sobresalían a disgustar alimento, y, abrir un poco más la boca.
—Tienes aquí.
—¿mm? ¿Donde? —cuestiono con un tono algo alarmado, limpiando partes de su rostro donde, sin embargo, no estaban manchadas—. ¿Listo?
—No —ganándose una mirada recriminarte, el azabache río sutilmente, dejándolo a su suerte mientras repetía la última frase del cuento en voz baja—. ¿Qué significará?...
La tenue brisa que entro por la ventana entre abierta, ocasiono que, unos de ellos estornudara, ganándose una mirada amorosa y divertida del otro.
—¿Acaso el universo se alineó para qué deje de investigar y te presté atención?
—Me dejaste de lado una semana por esa revista —replicó—. No es justo.
—Si no te comes el helado que pague antes que se derrita, tampoco será justo —estirando su brazo y tomando una servilleta, dio una suave caricia en la comisura inferior de aquellos labios cerrados en una línea de reproche, limpiando el resto de crema batida que se había quedado en ellos—. Menos que te regrese con Kagami todo sucio. Aprende a comer, Shisui.
Aunque, en gran parte, sabia que su mejor amigo era así, de seco y poco romántico. No pudo excusarse cuando sus mofletes color canela adquirieron un carmín, similar a las rosa, que, la semana pasada, su hermano mayor Obito le regalo a su enamorada Nohara.
Quedándose mudo, el chico decidió no decir nada en el resto de la tarde, una decisión que disfruto Itachi, debido a que pudo tener más silencio para entender más el cuento de la caperucita roja.
Y darse cuenta que el rostro del chico a su lado, tornaba el mismo tono de colores que la vestimenta de la niña de cuento, rojo.
Sin embargo, seguía sin comprender algo más. El frenético palpitar del corazón del castaño, debido a que incluso, si se acercaba mucho, podía oírlo.
¹Esta frase no me pertenece. Sacada de Youtube y dicha por un canal que analiza peliculas, muy bueno. De nombre: El mundo de Zowl.
ESTÁS LEYENDO
Souvenirs de Fragments d'amour│Momentos Itachi & Shisui.
FanfictionEl amor es dulce, caprichoso, modesto y confuso. O eso parecía a simple vista, debido, a que, entre tantas leyendas y experiencias propias; Itachi sabe que nada más lejano a la realidad que esas películas donde la pareja vive felices por siempre, d...