Capítulo 13: Problemas

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La señorita Pembroke explica sobre literatura inglesa y grandes autores

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La señorita Pembroke explica sobre literatura inglesa y grandes autores. La clase es dinámica, pero a algunos les parece aburrido. No los culpo, no a todos nos apasiona leer. El timbre suena, dando por acabada la clase. Guardo mis cosas con prisa, saliendo del salón para esperar a Reese. Él me llevará a mi clase. Desde la primera vez se volvió una costumbre.

Pasan los minutos y no aparece. Comienzo a preocuparme.

¿Y si le pasó algo?

—¡Grace!

Me giro y un cansado Reese viene corriendo hacia mí. Sonrío al verlo, pero la borro al instante que noto su rostro preocupado. Frunzo el ceño.

—¿Sucede algo?

Agacha la cabeza y asiente.

—Habrá un partido el viernes, dentro de dos semanas, y el entrenador ha organizado una decena de prácticas —Alza la mirada—. Lo siento, Dulce.

—Descuida, yo lo entiendo —Le sonrío compasiva—. Pero no te esfuerces mucho, no quiero que te lastimes.

Un sonrojo invade mis mejillas y lo disimulo dándome la vuelta para bajar las gradas.

—Dulce —Giro la cabeza—. Eres la mejor, no lo olvides.

Eleva ambos pulgares, dándome ánimos. Justo como siempre hace. Suelto una risita y con la mano me despido. Antes de girarme, lanza un beso a mi dirección para después desaparecer por la puerta.

Me quedo quieta, sintiendo como miles de mariposas revolotean en mi interior. Bueno, sé que no son mariposas porque sería imposible, pero los libros dicen que eso es lo que se siente. Y yo les creo.

Reese me provoca miles de mariposas revoltosas.

Comienzo a caminar, rogando porque llegue a tiempo.

Es una lástima que no me acompañe, es divertido cuando está él. Además, verlo sentado por dos horas sin quejarse y siendo acosado por las demás chicas es divertido. En más de una ocasión se ha incomodado, pero no dice nada.

Las desventajas de ser el guapo Reese Davies.

Hasta le ha quitado su popularidad a Stone, el que antes era el único chico en el grupo. Pobre de él.

Llego al estudio de baile con tres minutos de sobra. La señorita Girard no dice nada, lo agradezco porque después de lo que pasó en la clase anterior, estoy segura que desea echarme. Me había acercado a Everly a ofrecerle ayuda porque noté que se retrasaba en los giros, restándole tiempo para lo demás. Recordé unos consejos de mi antigua profesora y quise compartirlos con ella, pero no resultó bien.

Citando sus palabras: "Mi madre es la mejor bailarina de ballet del mundo y yo no necesito consejos de una tonta como tú". Usó otra palabra, pero la omito por ofensiva.

Mi último deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora