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-N. O.-
Si le preguntaban a Samuel cómo era salir con alguien como Rubén, su única respuesta podía ser "Diferente".
Doblas, como pareja de Samuel, era todo un caso.
Para empezar, había un par de diferencias por las que discutían habitualmente, aunque eran discusiones pequeñas que terminaban en un par de minutos, y en las que acababan besándose y riendo por lo tontos que eran.
Discutían por cosas como no dejar la ropa sucia en su lugar, o dejar basura en donde no iba, o ese tipo de cosas pequeñas.
Samuel sabía que tenía mucha paciencia con ese chico, y es que en ocasiones era tan desordenado que no se lo imaginaba viviendo solo.
Pero, dejando de lado las cosas negativas, había un montón de cosas por las que había decidido salir con el chico.
Una de esas cosas, era su humor. Rubén era bastante divertido y extrovertido, siempre tenía algo para decir y sabía cómo hacerlo reír hasta en los momentos más difíciles.
Rubén era una persona que necesitaba con él y le encantaba la forma en la que el chico se comportaba con él, porque, aunque habitualmente era como se explicó hace un momento, había ocasiones en las que Rubén se ponía nervioso o se sentía avergonzado por los halagos de Samuel, y ponía aquella expresión en su rostro que a Samuel tanto le gustaba.
Cada vez que Samuel se ponía cursi con Doblas, éste solía avergonzarse al instante y actuar torpemente, cosa que le parecía adorable a De Luque.
Sí, tal vez tenían demasiadas diferencias, y quizá algunos pensaran que no eran una pareja estable, pero ¿Quién más puede saberlo más que ellos? Ambos se amaban, y pese a sus discusiones tontas, sabían que simplemente eran pequeñas tonterías por las que seguirían discutiendo, porque ellos eran así, esas discusiones absurdas habían sido, para empezar, las que habían causado que Rubén se le declarara al castaño… Sí, puede sonar extraño, pero es que había sido así.
Aquel día, en el que discutían por algo, ya sea por haber dicho una palabrota o bien, por molestarse mutuamente, entre sus gritos y reclamos, fue Rubén quien, no sabe si por la presión del momento, o quizá simplemente salió sin más, pero le gritó al contrario "¡Es tu maldita culpa! ¡Es porque me gustas, joder!" Y sí, como pueden suponer, después de aquello hubo silencio.
