"Heredero"
Fiorella
Siempre he creído en la justicia.
Cada que mi padre me daba una paliza, y terminaba recostada en el suelo porque no podía moverme, me quedaba mirando al techo. Pensado en qué es lo que había hecho mal en la vida para merecer tal castigo. Mientras yacía en mi dolor, le rogaba a cualquier deidad que me escuchara, que hiciera justicia, y que, si yo había hecho algo malo, pues que me castigara. Pero que, si no era así, que me dejara vivir el camino que se me había sido otorgado antes de la tragedia. Que aplicara lo justo, y no se aprovechara de los débiles.
Pero ahora, lo único que pido, es que, si esta es una de las ocasiones en las que la justicia no funciona, que suceda cuanto antes, porque de esperar por lo correcto, jamás volveré a ver a Massimo.
— ¿Cuánto más falta para que comience? —Me inclino hacia Laila para preguntarle.
Ella mira su reloj y vuelve su atención a mí.
—Ya van dos minutos tarde. Tal vez se están asegurando de que Massimo venga bien custodiado.
—No es por él por quien deben preocuparse —susurro, casi queriendo que nadie me escuche, pero sé que ella lo ha hecho.
Después de días atareados y noches de horror, el tan esperado juicio ha llegado. Ahora, casi toda la familia está en la sala —excluyendo a Nikolay que ya está sentado en la mesa de la defensa, esperando a que traigan a Massimo —. Afortunadamente, al ser un juicio de gran magnitud, han aprobado nuestro pedido de hacerlo privado y que no haya reporteros en la sala. Aunque una vez que salgamos, el mar se convertirá en un tormento.
Y es que toda la ciudad está conmocionada. Sin haber visto venir que uno de los empresarios más exitosos de Nueva York los ha estado engañando todo este tiempo. Haciéndoles creer que es un ciudadano común y corriente que ha construido un imperio a pesar de ser tan joven. Sin saber que detrás de eso, existe un mundo oscuro por el que corren balas y sangre. La prensa explotó, y desde que dieron la noticia de la extradición y el juicio, los periodistas han estado hostigándonos con sus preguntas. Han llegado a la casa, me han intervenido saliendo de la universidad y cada que voy hacia alguna reunión, están ahí bloqueando el paso de la camioneta. Abrumándome más con sus palabras crueles.
Sí. Conozco al hombre con el que me casé.
No. No me amenazó para que estuviera con él y no puedo decir nada por miedo.
No. Él no va a pasar el resto de su vida en prisión.
O al menos eso espero.
Por centésima vez en la semana, un dolor en la cabeza comienza a manifestarse en mí. Presiono los dedos en mis sienes para tratar de disipar el dolor, pero no cede. No es hasta que agudizo el olfato, que descubro el porqué de mi acomplejo.
— ¿Ethan está usando de nuevo esa colonia? —le susurro a Cai. Sus ojos, igual que días pasados, me miran con confusión.
—Es la misma que ha usado desde que lo conozco, Fiorella. No entiendo por qué dices que tiene un olor feo.
Vuelvo a hacer una mueca cuando siento el olor un poco más fuerte.
—Tal vez se está poniendo de más. Está mareándome.
— ¿Quieres salir a tomar aire?
—No. El guardia dijo que las puertas se cierran una vez comenzado el juicio. No quiero perder la oportunidad de verlo, aunque sea de esta manera.
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Massimo (Familia Peligrosa I) ©
RomanceFiorella Brown está sumergida en el infierno. Después de un trágico accidente, se ve obligada a estar bajo las órdenes de su padre y de su hermana, quienes se aprovechan de ella, convenciéndola de que es la causante de todos sus males. Sin nada de e...