Ayúdame A Olvidar (ShuraXAioria) Yaoi

Capitulo 2 (Salvaje)

Terrones ya saben que cuando ando por acá... Es por advertencia.

Este capitulo contiene lemon salvaje, sin amor, solo deseo, lujuria, y venganza.

Por lo tanto no es apto para menores de edad, yo cumplo con advertir, no me hago responsable por traumas, terrones de azúcar.

Sin mas por el momento.

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Dirigiendo sus pasos hacia la habitación del quinto guardián, en el rostro de Capricornio se refleja un cierto deseo y lujuria que calmaría con el cuerpo del Griego detrás de él.

Sería la mejor manera de vengarse de quien lo ha estado lastimando desde un inicio.

Aioria es la presa perfecta, siempre fue más vulnerable a ciertas cosas, y al quedar solo, trataba de demostrar a los demás lo que vale, por lo tanto haría lo que fuera para ser aceptado en ocasiones.

Necesitan olvidarse de quienes sus corazones rechazan y lastiman a diario.

El León dorado, duda en su corazón si lo que esta pro hacer es lo correcto, pero tampoco desea huir, siente curiosidad por saber que se siente tener sexo, sentirse amado por una vez en su vida.

Sus propias inseguridades tomando posesión de él, dejándose llevar por los toques descarados que el décimo guardián le daría.

Estando dentro, ambos callados, un sonido de la puerta, indicando que se ha cerrado con llave.

Nadie podrá entrar a ese recinto, podrían realizar lo que desean.

Capricornio no perdió tiempo, acorraló de nueva cuenta a Aioria, contra la pared de esa habitación, obedeciendo sus instintos, comenzó a dar besos salvajes en el cuello del quinto guardián, sorprendiendo y asustando un poco al felino, pero de a poco sintió esos toques agradables.

-Es... Pera... Shura... No...- Necesitaba hablar, no quería que su primera vez fuera tan salvaje, pero en eso no lo había pensado con anterioridad, tomaría su virginidad sin duda y acepto que fuera sin amor.

-Cállate, te gustara lo que haremos- Sin hacer mas caso, siguió dando besos, chupetones, lamidas y pequeñas mordidas en el cuello ligeramente bronceado del Griego, este le regala pequeños gemidos, que provocan más al décimo guardián, intensificando sus instintos primitivos, de ir bajando a la piel aun oculta en la tela.

Fue bastante fácil deshacerse de aquel estorbo, de un tirón rasgo la parte superior de la ropa de Aioria, exponiendo su bien formado cuerpo, esos músculos marcados, pero sobre todo, esa apariencia varonil que el León dorado mantiene, es opacado por los rosados pezones que se han comenzado a poner duros, por los toques del cabrío.

Una sonrisa lasciva se dibujó en los labios del décimo guardián, todo lo que está haciendo, sin duda es bastante impropio de su carácter, en otra época lo hubiera pensado dos veces antes de siguiera imaginarse en una situación así, o buscando venganza en alguien que no le ha hecho daño.

Pero tanto rechazo y saber que a quien dedicaste lágrimas y noches de pedir disculpas al cielo, sin nunca tener una respuesta, ahora se encuentre siendo el depósito de semen de quien lo deseaba muerto en un primer lugar, fue el acabose de su cordura y buen corazón.

Olvidar todo su decoro, comenzó a pellizcar aquellos botones rosas, de una manera nada amable, apretándolos y jalándolos un poco.

Para ese punto el castaño, se sobresaltó al sentir el aire recorrer su pecho y abdomen, pero más cuando sintió las manos toscas de capricornio maltratándolo.