Día 27: Piel

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James había estado esperando con ansias a que llegase el último día de clases de su último año en Hogwarts. Por supuesto que iba a extrañar mucho su vida en el castillo. Las travesuras que hacía con sus primos, las bromas que le hacía a su hermano por ser de Slytherin, jugar en el equipo de quidditch. Incluso extrañaría los cientos de castigos que le ponía la profesora McGonagall.

Sin embargo, a fin de cuentas, era el colegio, y en el colegio había que estudiar, seguir órdenes y sacar buenas calificaciones, y esa parte definitivamente no la extrañaría. Por fin había acabado con el sufrimiento -responsabilidades- de la escuela y lo único que quería en ese momento, era disfrutar de las vacaciones antes de entrar a la academia de aurores, como lo había hecho su padre en su momento y como lo estaba haciendo Teddy, a quién ya le quedaban un par de meses para graduarse.

Había estado contando los días para subirse al tren y llegar a la estación de King Cross. Todos los días se acostaba pensando en que quedaban "X" días para llegar a casa. Y claro, nada tenía que ver el hecho de que su padre le informase en su última carta que Teddy pasaría la mayor parte del verano con ellos porque Andrómeda se iría a recorrer el mundo con sus amigas.

No.

Bueno, sí, quizás un poco.

Es que Teddy... Lo pasaba tan bien con él. Le encantaba como congeniaban, en como podían hablar de todo, en como el mayor parecía adivinar lo que él pensaba, en como, por muy ordenadito que fuese, en su interior tenía también un espíritu bromista el que prefería mantener a raya, claro, pero que era perfecto para reconocer esa oportunidad de tomarle el pelo a alguien.

Teddy era la mejor compañía. El mejor para pasar la noche viendo películas y el mejor para comentar la trama de libros de suspenso.

Teddy era divertido, amable con las personas, tenía los ojos más bonitos que hubiese visto jamás y la forma en que su cabello azul caía sobre su frente le daba una apariencia tan adorable que le daban unas ganas enormes de lanzarse sobre sus brazos. Como cualquier amigo sentiría por otro muy buen amigo ¿no?

Eso tenía que ser, porque no podía ser otra cosa. Conocía a Teddy desde siempre. Era como de su familia. O sea, era el ahijado de su padre. Sentir cosquillas en el estómago cuando lo veía a primera hora de la mañana venía de la mano con los lazos muy intensos de amistad. ¿Verdad?

Esa mañana, cuando baja en pijama hasta la cocina para tomar el desayuno, se encuentra a su padre bebiendo un vaso de leche con galletas.

—Hola, papá -lo saluda, sentándose somnoliento frente a él. —Cuando yo tomo esto de desayuno me regañas porque no es "lo suficiente nutritivo".

—Soy el jefe de Seguridad Mágica. Puedo tomar lo que quiera de desayuno, hijo.

—Esos humos. -se burla, sacando una galleta.

Su padre se toma un sorbo de leche antes de mirarle con las cejas en alto, aclararse la voz y dedicarle una repentina mirada seria.

—Por cierto, James ¿Qué hemos hablado sobre escaparse durante la noche?

James casi se atraganta con la galleta.

—No he salido -miente.

—Claro que sí ¿Crees que soy estúpido? Te he sentido llegar a las tres de la mañana.

—Mira, si no hubieses hecho un espectáculo sobre la "seguridad" en esa fiesta y me hubieses dejado ir, no me hubiese tenido que escapar. -le explica, lo que parece molestar más al mayor. —Además, tampoco es que hubiese ido solo. Fui con Teddy y con Fred.

—Fred no es mi hijo y Ted es mayor. -le dice. James rueda los ojos, molesto. —Sabes muy bien lo que ocurre en estos casos. Estás castigado.

—¿Castigado? ¿Qué ocurre contigo?

Fictober | Drarry y otros ships.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora