«Si no puedes con el enemigo, siempre está la opción de unírtele»
Ada llevaba bien esa frase, desde que aquel ser de oscuridad le torturaba de pequeña, estaba harta y dispuesta a enfrentarle. Estaba cansada de verle en sus sueños, de despertar gritando y llorando para luego escuchar las terribles palabras de sus padres.
"Tranquila Ada, fue un mal sueño, no es real"
Aquel hombre, le miraba desde la esquina de su habitación, con una sonrisa torcida, saboreando el triunfo de haberle ganado, pues ni si quiera sus padres podían creerle.
—Pero... —hablaba triste, aguantando las lágrimas
—No Ada, no pasa nada. Vuelve a dormir —incluso parecía que sus padres ya sabían de memoria que decirle, pues cada noche era lo mismo
Y un día, simplemente dejo de llamarlos. Quería aliados, no marionetas del enemigo.
—¿Qué sucede Ada? —susurro aquel hombre, mirándole desde la profundidad de su armario—. Papá y mamá... ¿no te creen?
—Déjame en paz —murmuró llorando. Pero, con coraje suficiente para enfrentarle
—Bu —susurró en su oído, haciéndola saltar y gritar
—¡Ada! —gritó su madre, entrando a la habitación—. ¿Qué pasa?
—Nada, no pasa nada —intentaba hablar entre hipidos, sin dejar de sollozar
—¿Por qué lloras? —demandó su padre
—No me creerían si les digo, no importa —gimoteó, llorando
—Cariño... el coco no existe —habló su madre, tomándola en brazos, dándole un abrazo reconfortante
—Cada que dices eso, lo haces enfadar —murmuró Ada—. Pero, no importa, a ustedes no se los hace saber
—Ada, ven —habló su padre—. Puedes dormir con nosotros
Los ojos de Ada se iluminaron llenos de alegría, brincando inmediatamente a los brazos de su progenitor. La madre de Ada revisó la habitación, sacando algunas de las pertenencias de su hija, para después apagar la luz y cerrar la puerta.
Desde esa noche, juró que se enfrentaría a él, sin importar el método que tuviera que usar, lo iba a vencer en su propio juego y no estaba dispuesta a perder.
Entró a aquella casa deshabitada, recorriendo sus terribles memorias en ella, gracias a aquella noche, se habían mudado sin más a la ciudad vecina, sin mover nada, todo a causa de que, creyeron que estaba embrujada.
Ada, caminó a su habitación, desempolvando algunas cosas.
—Espero que me hayas extrañado —susurró, para salir de su habitación e ir a la de sus padres, dónde había decidido, dormiría
Cuando sus padres se enteraron de que estudiaría la universidad en aquella ciudad, pensaron en rentar un departamento, pero les dijo que no habría problema con que se quedase en la casa antigua, cosa que los sorprendió, pero logró calmarlos con, «es hora de enfrentar los miedos del pasado.»
Limpió la habitación, y la sala toda la tarde, ordenó algo de comida y se dispuso a ver la televisión, hasta que quedó dormida.
—Bienvenida a casa —escuchó el susurro en su oído, a lo que sonrió
—Justo a quién estaba esperando —murmuró, sin abrir los ojos—. Tardaste en venir
—Creo que eso es lo que yo debería decir —murmuró esa voz, aquella que le atormentaba en su infancia
—Bueno —abrió los ojos, sin perderle de vista—, he vuelto a casa
—No entiendo para qué
—¿Y tú? ¿Por qué vendrías? —pausó—. ¿Con la esperanza de volverme a atormentar?
—Eso, está claro que no —murmuro, sin dejar de ir de un lado a otro—. No entiendo a qué volverías tú
—Quizá a enfrentarte —espetó—. Hacer lo que no pude hacer de pequeña
—¿Qué te hace pensar que podrás hacerlo ahora?
—He crecido, he aprendido nuevas cosas, he enfrentado cada uno de mis miedos por ti —habló, sin titubear—. Puedo hacerlo
—Yo no lo creería —murmuró, acorralándola entre sus brazos, con la pared—. ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?
—¿Debería temerte? —desafió, mirando aquellos ojos, sin perder contacto visual
—Deberías —susurro contra su cuello
—¿Vas a matarme? —dijo, girando su rostro, para verle ligeramente de lado—. Porqué podrías hacerlo ahora, termina con lo que no te deje hacer cuando era una niña indefensa
—Era divertido asustarte —rio, saliendo de la curvatura de su cuello y hombro—. Era interesante, sigue siéndolo, puesto que nunca me superaste, viniste a fingir hacerlo
—No intentes manipularme —atacó, dejándolo acostado en la cama, y ella encima
—Es una vista buena —sonrió, mirando su busto
—No creí que tuvieras deseos tan mundanos —habló Ada, sin dejar de mirarle los ojos
—También fui humano, además, miles de años, he aprendido que esta posición deja una vista excelente y ni hablar del placer que produce, ¿puedes imaginarlo?
Ada rio, era una risa nerviosa; sus mejillas se tiñeron de rosa pálido, su ser exigía deshacer la posición tan comprometedora en la que se encontraba, pero otra parte, le incitaba a averiguar que podía pasar.
—¿Qué te hace pensar que tú y yo terminaríamos en la cama? —hablo Ada, con una sonrisa en el rostro, Pitch se la devolvió, dejándola caer en la cama, dejándola en la posición donde él se encontraba, debajo de él
—Y a ti, ¿qué te hace pensar que tienes el poder para decirlo?
Ada le miró desde dónde estaba, sus ojos reflejaban perversión, lujuria y hasta cierto punto, la intimidaba y eso era algo que Pitch no iba a dejar pasar.
Ada tragó en seco, la pesada mirada que le dirigía, el cómo la sometía a su voluntad, la hacía sentirse (y verse) vulnerable.
—¿Qué sucede Ada, tienes miedo?
—Eso es lo que te gustaría que dijera
—No cariño, eso es lo que sientes, puedo olerlo desde aquí, tu dulce y exquisito miedo
—Quítate de encima
—¿Y si no? —retó, arqueando una ceja, frotando su pelvis con la de ella—. ¿Qué piensas hacer?
Ada palideció al sentir el contacto, no estaba pasando, ¿verdad? Aquel ser, acaba de frotarse contra ella, y no era tonta, algo ahí estaba firme.
Ada suspiro, cerrando los ojos, aquel movimiento, le había producido placer. La risa de Pitch la sacó de aquel trance en el que había entrado.
—Oh Ada, sigues estando a mi merced —habló desde la oscuridad—. Créeme, no lo dejaré pasar
Ada se sentó en la cama, asustada, recorriendo la habitación con sus ojos, buscando a aquel hombre, sin embargo, no le encontró.
Maldijo por lo bajo, ahora ¿cómo se supone que lo vencería?
-Seok
20.01.2021
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sᴏᴍɴᴜᴍ ᴇxᴛᴇʀʀᴇʀɪ | ᴘɪᴛᴄʜ ʙʟᴀᴄᴋ [FINALIZADA]
Fanfic«Si no puedes con el enemigo, siempre está la opción de unírtele.» Ada llevaba presente esa frase desde que el rey de las pesadillas le atormentaba de pequeña, cada noche que le atormentaba, juraba volverse fuerte y un día de tantos, lo enfrentaría...