No florecerás

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  Mi madre golpeaba el suelo con su zapato de tacón como si esperara una explicación.

—Mamá, yo puedo expl... —Me interrumpió abalanzándose contra mí para darme un abrazo fuerte. Me estrechó contra ella como quizás nunca lo había hecho, la escuche comenzar a llorar amargamente, y mi padre se unió a nosotras rodeándonos con sus brazos, y aunque pareciese alucinante para mí, también derramó algunas lágrimas.

—Mi pequeña, Al... ¡Pensábamos que estabas muerta hasta que escuchamos rumores! —Yo había olvidado casi por completo la existencia de mis padres, la última vez que los vi fue en juicio por la muerte de Shelfa. No sabía si ellos tenían conocimiento de mi muerte, tampoco de mi regreso, jamás le pregunté a Dynia por ellos ni una vez.

—¡No, papá, estoy aquí! —Un sentimiento que nunca antes había tenido se despertó, el sentimiento de tener una familia que me amara.

—¡No podía aceptar tu partida sin haberte pedido perdón! Perdónanos por no apoyarte cuando nos necesitaste, Alana, estábamos equivocados, yo más que ninguno. —Las palabras de mi mamá hicieron que mi pecho diera un tirón, no pude evitar humedecer mis ojos, nuestra relación nunca fue la mejor, siempre fui mucho más apegada a mi padre de lo que fui con ella, Shelfa fue siempre quién me dio el cariño maternal que necesité.

—¡Ya no hay de que disculparse! Están aquí, es todo lo que importa. —Le acaricié el cabello mientras parecía desconsolada.

   Nos apartamos por un momento y ellos se quedaron mirando mi atuendo.

—¡Ya eres toda una mujer! —Qué bueno que no me desnudé, se hubiesen dado cuenta de eso mucho más rápido.

—¡Austin Kutcher! No esperábamos verte con Alana. ¡También dejaste de ser un jovencito! ¡Debes tener una hermosa esposa ahora! —Mi padre le extendió la mano y Austin se la estrechó algo avergonzado.

—¡Mjum! —Tosí fuerte para sacarlo del incómodo momento—. ¡A Austin le gustan los hombres! —Preferí ser cruda, a pesar de la mirada que me dio Austin.

—¡Oh! Eso explicaría muchas cosas. —Mi madre se quedó mirando su ropa interior algo extravagante—. ¡En ese caso, debes tener un guapo novio entonces! —Mi madre le sonrió.

   Justo en ese momento Melinda se acercó con el látigo hasta donde yo estaba, y le lanzó un azote a mi padre en el costado que él intento esquivar interponiendo sus brazos muy sorprendido.

  ¡Esto no me podía estar pasando a mí!

   Intentó darle otro azote, pero mi madre tomó el látigo con la mano y le pegó a Melinda en al menos seis ocasiones con su bolso.

—Lucifer... ¿Quién es esta vieja loca endemoniada? —Melinda estaba apunto de golpearla de vuelta, pero yo me interpuse en medio de ambas.

—Alana ¿Quién es Lucifer? ¿Y quién es esta prostituta desnuda y asquerosa que intentó golpear a tu padre? Si te juntas con este tipo de mujerzuelas, no florecerás.

—Ok, yo soy Lucifer. —Se me quedó mirando y abrió la boca sorprendida por su falsa religiosidad—. ¡Y no la llames así, ella es la co-dueña de este club! —Le sonreí a Mel entre dientes colocándome las manos por detrás de la cintura.

   Austin se golpeó la frente con la mano extendida, Melinda de inmediato retrocedió.

—Alana ¿Ellos son tus...? —Le levanté una ceja y ella retrajo los labios escabulléndose ante la pena—. ¡Como lo siento señores Monroe, yo...! ¡Lo siento Alana, seguiré en lo mío! —Genial, me dejó sola con el problema.

   Me quedé mirándolos mientras ellos esperaban respuestas.

—¿Saben qué? Es una larga historia que en este momento no puedo contarles, porque estoy trabajando. Pero Austin ya iba de camino a la mansión. Pueden esperarme allí y hablaremos por la mañana.

   Los abracé una vez más.

—¡Estoy muy feliz de que estén aquí! Tenemos mucho de qué hablar. —Estaba siendo honesta, realmente no pensé que ver a mis padres después de tanto tiempo me fuese a dar tanda alegría a pesar de la irónica situación que acaba de presenciar.

   Ellos me sonrieron y se tomaron de la mano para salir del Salón de Lilifer. Austin me dio un beso en la mejilla para despedirse.

—¡Yo me encargo! Dile a Alexis que me fui.

—Aus... ¿Te puedo pedir otro favor? —Asintió—. Trata de hablar con ellos en el camino, y explícales un poco de todo lo que ha pasado, no tengo mente ahorita para retroceder todo mi pasado para ellos.

   Él me giró los ojos y luego asintió comprendiendo que necesitaban un guía.

   Christian me deslizó el segundo trago que pedí.

—¡Su pedido, Lucifer! —Lo arrebaté de la barra para irme a buscar a Mel, antes de irme le dí una última mirada a su entrepierna.

—Si algún día te vuelves hetero, llámame. —Bromee con él guiñándole un ojo y haciendo la forma de un teléfono con mis dedos.

   Me acerqué a Alexis quién estaba sentado en el sofá del salón bebiendo un trago. Él sí que había seguido mis indicaciones sobre la desnudez, para variar no estaba nada mal. Una de dos opciones, o todos los malditos hombres de este lugar estaban jodidamente buenos, o yo estaba tan caliente que todos me estaban excitando.

—Mis padres vinieron a visitarme, y tu novio se fue, por lo tanto, tú te quedas a limpiar con Bryce. —Levantó la mirada sin darme mucha importancia—. Vuelvo en un segundo... ¡Voy a masacrar a tu ex novia!

   Dejé mi trago sobre la mesa de Alexis, y caminé con paso firme en busca de la imprudente de Mel para darle un regaño con una pizca de humor.

   Pero mientras yo me entretenía en cosas triviales, una llamada estaba siendo realizada a un lugar en las afueras de la cuidad. Una llamada que nos costaría caro a todos.

—¡Los padres de Alana están en Las Vegas, van camino a la mansión Shannel! Espero tus órdenes, Dominick.

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La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora