Capítulo 27

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OHM

Llevamos una semana en la playa, desde esa noche que conectamos tan bien no he vuelto a tocar a Fluke. Me asusté mucho cuando al día siguiente no se despertaba por mucho que lo intenté. Estuve a punto de llamar a una ambulancia, pero él me lo impidió diciéndome que solo tenía mucho sueño. Ese encuentro fue agotador para los dos, pero mucho peor para Fluke y no pienso repetirlo hasta que podamos controlar esto que nos pasa cuando nos dejamos llevar por nuestros sentimientos.

Salgo por la puerta que da a la piscina y lo primero que veo es a Fluke tomando el sol con un minúsculo bañador. El sol incide en su preciosa piel de porcelana haciéndola resplandecer, la bonita curva de su espalda baja deja paso a ese culo que hace a mi entrepierna temblar. Está claro como el agua que este hombre no va a ponérmelo fácil.

Paso a su lado y él me mira fulminándome con la mirada, no está muy contento de que mantenga las distancias y no pierde oportunidad de hacérmelo saber. Me sumerjo de cabeza en la piscina, espero que el agua fresca apague el fuego que arde en mi interior, pero no lo consigo. Nado unos largos para fatigar mi cuerpo y despejar mi mente, en un pobre intento de olvidar el cuerpo de Fluke y de lo que provoca en mí.

Cuando salgo no lo veo por ninguna parte, debe haber salido a dar una vuelta, no quiero enfadarlo, pero estoy verdaderamente asustado de la intensidad de lo nuestro. Lo busco en la parte delantera de la casa y no lo encuentro, cuando voy a llamarlo al móvil recibo un mensaje que me dice que ha ido al pueblo y que volverá más tarde. Es un mensaje frío, creo que Fluke está más enfadado de lo que parece. Tenemos que hablar de esto, he sido un imbécil por no contarle mis miedos y a saber que estará pasando por su mente ahora mismo.

Me visto y bajo al pueblo a buscarlo, necesito contarle lo que siento y aclarar las cosas con él.

Llego a la plaza del mercado, hoy es sábado y está muy concurrida, miles de puestos callejeros se reparten por la plaza y las calles adyacentes. Muchos turistas regatean con los vendedores mientras niños de todas las edades les ofrecen su mercancía.

Recorro los puestos y en uno de ellos encuentro un colgante que me llama la atención, es un cordón de cuero negro de donde cuelga una pieza de plata que representa la dualidad.

Lo sostengo en mis manos y paso mis dedos por ella, siento que este símbolo nos representa de tantas maneras. Somos antagónicos, tenemos la capacidad de inhibirnos entre nosotros, pero nos mantenemos en equilibrio, si es demasiado para mí, él me respalda y viceversa. No podemos existir el uno sin el otro, formamos parte de un todo, nos alimentamos mutuamente, si dejara de existir podría vivir en él eternamente. He sido un perfecto imbécil, tengo que encontrarlo y arreglar este lío que he formado.

Le pago al vendedor por el collar y lo meto en el bolsillo de mis vaqueros. El otro día cuando dimos un paseo por el pueblo Fluke se quedó impactado por el paisaje de la playa desde el mirador del puerto, seguramente lo encontraré ahí.

Doy un rodeo para esquivar a la gente de la plaza y llego al mirador en menos de diez minutos. En el banco más alejado veo a Fluke sentando mirando el horizonte. Su mirada perdida y su gesto serio me dice que está realmente enfadado por mi comportamiento de estos días y no puedo culparlo.

-Hola, ¿puedo acompañarte?- le digo cuando estoy a su altura.

-Supongo, este es un país libre- me dice fríamente.

-Lo siento mucho Fluke, siento haber estropeado estas vacaciones tan perfectas que has planeado, soy un idiota- le digo.

Él sigue sin mirarme, sigue serio y afligido, siento como su corazón sufre y ese dolor lo he colocado yo ahí, joder soy tan malditamente imbécil.

Nivel 5- OhmFluke (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora