I.

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"Cuando sea mayor, seré exitoso y tú serás mi esposa, Lan Xichen, ¡Promételo!"

Lo cierto era que, después de escuchar a un Jiang Cheng de 5 años diciendo eso con toda la seguridad que una voz infantil podía proyectar, aun con las risas estridentes de otro pequeño Wei Wuxian al fondo, el Lan Xichen de 10 años no pudo hacer más que sonreír para disimular la ternura que le causaba el niño frente a él, al mismo tiempo que asentía con suavidad.

"Por supuesto, A-Cheng, prometo ser tu esposa cuando seamos grandes y exitosos."

"Debes prometerlo con el dedo chiquito, si no, ¡No vale!"


Jamás creyó que esa inocente promesa, que bien podía disolverse en el futuro, se volvería en un motor importante en su vida. Si Jiang Cheng había enterrado ese recuerdo tan lindo en lo profundo de su cerebro, más por vergüenza que por otra cosa; Xichen comenzó a tenerlo bastante presente desde el primer momento en que descubrió que le gustaba el hijo del socio comercial de la empresa familiar Lan. Había sido cuando él estaba por el segundo semestre de la universidad y el heredero Jiang cursaba recién su primer año de preparatoria; se habían encontrado en una cena de caridad, donde ambos lucían glamurosos y los ojos de su A-Cheng brillaron como si tuviera las estrellas contenidas al verlo, mientras que una suave sonrisa se asomó entre sus labios. Era casi seguro que sólo tenía expresión por cortesía, pero el mayor sólo llegó a la conclusión de que sin esas escasas sonrisas, ya no podía vivir sin que su corazón las añorara.

Por desgracia, segundos después de haber pensado en ello, la diferencia de edad golpeó al pobre primer jade en la cara con violencia, casi sintiéndose sucio de sólo pensar en tener al muchachito menor de edad como objeto de su eterna adoración; cuando escuchó al inoportuno protegido de la familia Jiang, señalarlo sin ningún tapujo, mientras abrazaba a su hermano del alma por los hombros.

"Hey, Shimei, ¡se ve guapo tu futura esposa!"

El segundo jade frunció el ceño ante lo que había escuchado, Lan Qiren casi tuvo un derrame, Yu Ziyuan estuvo a punto de acabar con la vida del joven Wei; mientras que Jiang Fengmian usó todo su aplomo de detenerla mientras él mismo se quería esconder en el baño. El causante de todos esos sentimientos encontrados seguía riendo aun cuando Jiang Cheng le pellizcaba las mejillas, rojo de vergüenza y rabia; porque, en definitiva, ambos hermanos recordaban ese momento de su infancia que era usado por el impertinente muchacho para molestar; pero, por otro lado, el primer jade tuvo una revelación.

La promesa inocente trajo calma al pobre corazón de Lan Xichen, y bueno, sólo tenía que esperar a que Jiang Cheng fuera mayor y exitoso para que pudiera pedirle matrimonio; eso le dio confianza, porque la primera condición iba a cumplirse si o si con el paso del tiempo. Con la segunda no dudaba de las habilidades y la personalidad perseverante del muchacho de ojos violeta, pues desde joven se notaba que estaba destinado a grandes cosas, más allá de ser el heredero del conglomerado Yunmeng Jiang.

Y eso se vio, por desgracia, en la peor situación en la vida del joven. Xichen tenía 25 años recién cumplidos cuando se enteró en las noticias de un aparatoso accidente, donde las víctimas habían sido los padres de Jiang Cheng. Y para empeorar las cosas, pese al destino final de esa peculiar pero amorosa pareja; el consejo del conglomerado no esperó ni el funeral para comenzar a trepar y rasguñar los suelos con el fin de alcanzar la silla del CEO a la cabeza de la mesa de juntas. Consideraron que el heredero no estaba listo, y que aparte de su evidente inexperiencia, la situación actual podría no mantenerlo concentrado en el futuro de la empresa y sus acciones; pero, contra todo pronóstico, y para el orgullo de Xichen, el joven se impuso con rabia y fuerza ante los viejos del consejo para sentarse con seguridad en la silla principal.

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